domingo, 27 de marzo de 2011

EL NUEVO TESTAMENTO Y SU MENSAJE.




EL NUEVO TESTAMENTE Y SU MENSAJE




El libro llamado Nuevo Testamento es una colección de veintisiete escritos de diversos estilos. Unos tienen forma de historia ( los cuatro evangelios y los Hechos de los Apóstoles), otros son o se llaman cartas, y uno, el Apocalipsis, contiene una revelación hecha a Juan.



Las cartas no son todas lo que hoy se llamaría una carta. Algunas sí se dirigen a grupos cristianos concretos y tratan de problemas de las comunidades (por ejemplo, la primera y segunda a los Corintios, Gálatas, Filipenses); otras, en cambio, desarrollan temas ( Romanos, Efesios, Hebreos, Santiago).



El título Nuevo Testamento resulta extraño. En español, significa el documento legal que expresa la última voluntad de un difunto; este libro, en cambio, no es documento legal ni se parece en nada a un testamento. La razón del título fue la siguiente: los judíos que pusieron en griego los libros hebreos usaron la palabra griega que significaba para traducir la palabra hebrea que significaba . El término griego adquirió así un sentido nuevo, pero a través del latín pasó al español con la forma .



Se llama por oposición al , es decir, se refiere a la nueva alianza que hace Dios con la humanidad entera y que sustituye a la antigua, hecha con el pueblo hebreo.

martes, 22 de marzo de 2011

PASEOS POR CÓRDOBA




PLAZA DE LA MAGDALENA Y SUS CORRIDAS DE TOROS.




Delante de la parroquia hay una gran plaza, de su mismo nombre, terriza y completamente despejada hasta los primeros meses de 1854, en que siendo Alcalde interino de Córdoba D. Antonio García del Cid, se formó un pequeño paseo, construyendo los asientos, plantando los arboles y trasladando al centro una horrible fuente que estaba a las afueras de la puerta de Sevilla, a donde llevaron un pilón que había bajo un arco en el rincón que formaba la muralla de la puerta de Andujar, derribada a fines de 1868 y que fue colocada en 1747, en sustitución de otra que llevaron a San Nicolas de la Villa: está dotada con cuatro pajas de agua de la llamada de la Palma. Antes, esta plaza era en invierno un inmundo lodazal y en verano un polvero irresistible, y aun cuando del todo no ha perdido esta cualidad ha mejorado mucho en todos conceptos. Es la tercera de Córdoba en extension, y por esta circunstancia ha sido uno de los sitios designados para festejos públicos, en las proclamaciones de reyes y en otras ocasiones de general regocijo, bien corriendose cañas, celebrando toros de cuerda, colocando cucañas y otras diversiones por el estilo.




En 1749, deseando la ciudad acrecentar los fondos del Pósito, dispuso celebrar tres corridas de a doce toros, o vista que entonces decían, eligiendo esta plaza, donde formaron sus funciones en los días 14, 16 y 18 de Junio, todos de trabajo, porque en día de fiesta no podían lidiar los que tinian el toro como oficio. Fueron toreadores de espada Felix Palomo, de Utrera y Fernando Romero: en la primera tarde Manuel Palomo, de Alcalá, quebró garlanchon y salió del burlesco a caballo: quebraron lancillas Manuel Cerezo y Juan Rodriguez, y estuvieron al cuidado de estos y capeando Juan Gómez y A. Martinez Orduña, todos cuatro vecinos de Córdoba; la presidencia estuvo en la torre de los Donceles y el toril en las callejas de Santa Inés. El celebre Pepe-Hillo mato un toro en otra función que se dio por convite, al profesar una monja de Santa Inés. Con este motivo y otros por el estilo, el dueño de la casa número 3, le dio la forma que aun conserva con quince ventanas, para alquilarlas por separado y sacarle una buena ganancia. Antes de verificarse las expresadas fiestas de toros, quitaron, desacertadamente, una fuente monumental que ocupaba el centro del lugar que venimos describiendo.


De Ramirez de Arellano

DICHOS POPULARES


ARMARSE LA MARIMORENA
Esta expresión significa armarse una gran riña o pendencia. Según parece, tuvo su origen en las quimeras que se armó en el siglo XVI en una taberna de Madrid, conocida por el nombre de Maria Morena, la tabernera.

DICHOS POPULARES


A BUENAS HORAS MANGAS VERDES



Se dice de todo lo que llega a destiempo, cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio. Se debe el origen esta frase a que en tiempos de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, creados por los Reyes Católicos, como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los malhechores, los delitos quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme con mangas verdes y coleto.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS SANTOS VARONES DE LA MAGDALENA






LOS SANTOS VARONES






A espalda de todos los sagrario de Córdoba, al exterior del edificio, había una imagen o un signo indicando que tras aquel muro estaba el Sacramento: en su mayor parte desaparecieron en 1841, en virtud de una orden del jefe político D. Ángel Iznardi, persona distinguida por su ilustración y por el culto que rendía a las bellas letras, quien dispuso que se quitasen las muchas imágenes que había en todas las calles de Córdoba, y que tuvieron su razón de estar en publico cuando la devoción venia a suplir la falta de alumbrado; pero mas bien eran causa de irreverencias continuas que de la devoción de nuestros antepasados, aunque le tenían mas respeto y veneración que nosotros.



No sabemos que casualidad libro a un nicho con puertas, formado detrás del sagrario de la Magdalena y en el que se venera un alto relieve de yeso en colores, muy antiguo: representa el momento en que José de Arimatea y Nicodemus bajaron a Jesús de la cruz y lo colocaron en los brazos de su madre la Santísima Virgen. Aquellos vecinos le tienen gran devoción, y esta hace que continuamente se vea alumbrado con dos faroles y multitud de velas, y algunas veces adornado con ramos de fragantes y olorosas flores, y, ¿como no? Los Santos Varones, así generalmente llamados , son el bálsamo que cura sus dolores; en ellos cifran la esperanza de recobrar el bien perdido o alcanzar el anhelado, y los tienen convertidos en una especie de abogados, a quienes hacen novenas, consultándoles lo que saber desean. Es creencia muy arraigada, que durante el novenario y después de hecha la pregunta dictada por el deseo, en la conversación de los que casualmente están sentados en la plazuela o pasan por ella, se traduce la contestación y de aquí el que todos van contentos, pues cada cual de da a su gusto y la cambia después el sentido si su esperanza queda fallida. Una mujer conocemos a quien hace mas de quince años se le perdió un hijo, y rezando a los Santos Varones , oyó decir: “ ya lo veras”. Al principio creyó que pronto volvería, y ahora. que se reunirá con el en el cielo; con lo que corrobora aquel antiguo adagio que dice “que no se consuela el que no quiere.



De Ramirez de Arellano.




lunes, 14 de febrero de 2011

BARRIO DE LA MAGDALENA










LAS SEPULTURAS EN LA IGLESIA.





La costumbre de sepultar los cadáveres en las iglesias y la multitud de enterramientos propios que en todas ellas había, dio lugar a diferentes cuestiones entre los individuos de la Universidad de Beneficiados de las parroquias y los superiores de los conventos de religiosos, porque unos y otros querían hacer los oficios de difuntos, alegando los razones en que cada cual se apoyaba. Muchas gestiones se hicieron para avenirlos, todas inútiles: los frailes alegaban que cuando alguno se mandase enterrar en un convento, a ellos correspondía el ir con su cruz por el cadáver y hacer todos los sufragios, en tanto que la parroquia sostenía que no gozaban de jurisdicción en el barrio y que ella sola tenía derecho a enarbolar su cruz y hacer el funeral en cualquiera iglesia.



En 1656, según un impreso que hemos visto y se conserva en la Biblioteca provincial, todas las comunidades de Córdoba habían acudido en queja contra los beneficiados, por arrollar los derechos de aquellas, dando todos un espectáculo muy poco edificante. En esto murió la esposa de D. Diego Fernandez de Argote, caballero de Santiago, Veinticuatro de Córdoba y vecino del barrio del Salvador, cuya señora se mandó enterrar en la bóveda de su familia, en San Pablo, deseo y orden que a todo trance era indispensable cumplir; vieron al Provisor, este llamó a los curas, y entre todos se convino efectuar el entierro en la espresada iglesia, colocando en lo alto del túmulo de la cruz del convento con el asta embebida y al pié la de la parroquia, la que llevaría el cadáver hasta colocarlo en aquel, siguiendo los oficios la comunidad: hacíase así ; mas no pudiendo el beneficiado del Salvador, Pedro de Mora Fajardo, ver con calma su cruz en segundo lugar, la tomó y, lleno de ira, se subió por el catafalco a ponerla en vez de la otra; los frailes salieron a la defensa de sus derechos, y fue tal la algazara que se armo y los insultos que se dijeron, que hubieran ocurrido algunas desgracias a no intervenir el Corregidor y otras muchas personas respetables, a la sazón allí como parte del duelo.



El haber referido tales sucesos en este lugar, es por contar uno, el mas ruidoso de todos, ocurrido en el barrio de la Magdalena. Falleció en el un sacerdote llamado D. Gomez Solis, quien hizo constar en su testamento el derecho a enterrarse en la iglesia de San Pablo, y el deseo de que así se hiciese; mas el clero parroquial se opuso, pretendiendo llevarlo a la suya: los frailes y los albaceas acudieron en queja a sus jueces competentes, y estos, para ver si arreglaban el asunto amigablemente, mandaron suspender el entierro por un día. En la Magdalena había siete beneficios, una rectoria, un préstamo y una prestamera, desempeñados por diez sacerdotes, los cuales, en unión de sus dependientes y armados de espadas y algunos arcabuces, se presentaron a media noche en la casa mortuoria, sacaron el cadáver del Pbro. D. Gomez Solis y le dieron sepultura en la parroquia, sin esperar mas resoluciones. Semejante atropello empeoró el asunto aumentando las protestas y reclamaciones para la exhumacion del cadáver, que se hizo pasado algún tiempo y cuando este ruidoso pleito vino a un arreglo, dividiendo las ceremonias en dos partes, y cobrando cada cual los derechos que le correspondían.

miércoles, 2 de febrero de 2011

BARRIO DE LA MAGDALENA










SUCESO EN EL DIA DEL CORPUS DEL SIGLO XV.








Muchas son la fiestas que con gran solemnidad se han celebrado en esta iglesia, y debemos hacer mención de una que antiguamente se hacía en todas las parroquias de Córdoba y que ha caído en desuso, sin que podamos expresar la época en que se ha suprimido. Tal era una procesión, en los días de la octava del Corpus, recorriendo parte del barrio y rivalizando cada uno con el de la iglesia mas inmediata. Un año, a mediados del siglo XV, la cofradía del Santísimo Sacramente de la Magdalena, a la cual pertenecía toda la nobleza del barrio, mucha y de la mas principal, hizo grandes preparativos para su procesión o minerva, como en algunos puntos la llaman, y al efecto convido a todos los demás nobles hijodalgos de la ciudad, que acudieron gustosos, entre ellos un D. Luis Fernandez de Córdoba, vecino de Santa Marina, joven apuesto y valiente; pero con la gran dosis de orgullo de todos los de su clase, y mas en aquella época que se consideraban tan superiores a los demás. Formo se la procesión y como hubiera acudido mucha clase del pueblo, entre la que se veían los labradores de la gran población rural que tenia y aun tiene este barrio, fue preciso y justo, darle cirios o faroles, toda vez que en mayor o menos escala contribuian a esta festividad. Un honrado campesino, que aunque plebeyo, tenía el carácter independiente tan propio de los españoles, tomó lugar entre el D. Luis y los que llevaban los faroles o sean los mas cerca al palio, y juzgando nuestro noble que se rebajaba con aquello, le intimó, con esos modos conque los superiores de escaso talante mandan a sus inferiores, a que le cediese el lugar y se fuese a otro sitio con los de su clase. Contestó le, que no la había en la presencia de Dios, que la iba muy bien y no le cedía el sitio: a esto siguieron dos o tres ligeras contestaciones, y no pudiendo el D. Luis contener los arranques de su orgullo y su soberbia, echó mano a la daga, atravesando el corazón de aquel infeliz, que sin vida, cayó muerto casi a los pies del sacerdote que conducía el Sacramento, el cual, aturdido no sabia si continuar su marcha o que determinación tomar, así como todos los curcunstantes, a excepción de la esposa de la victima que, como una fiera, se arrojó sobre el asesino impidiendo se entrase en sagrado, y por consiguiente dando lugar a que lo prendieran. Unos corrían, otros lloraban, muchos criticaban tan fea e improcedente acción y todos, a excepción de algunos parientes de D. Luis, estaban a favor del desgraciado, victima del orgullo de nuestra nobleza, tan altanera con sus antiguas y ya caducas ejecutorias.


La procesión terminó en aquel momento: la gente se retiró: depositó se el cadáver en la iglesia, y D. Luis Fernandez de Córdoba fue preso en la torre de los Donceles, que como la Calahorra y la Malmuerta, estaban destinada a prisiones de los nobles que cometían algún delito, siento esta una de las muchas prerrogativas con que contaban los afortunados hijos de la aristocracia española. La Providencia que a todos los juzga iguales, no consintiendo que por el camino del crimen se llegue al puerto de felicidad, vino a burlar las influencias de la familia del preso que, dando primero largas a la causa, sistema ya entonces usado, e interponiendo despues todo su influjo, llegó a alhagar de esperanza de verlo muy pronto completamente libre de sentencia humana, sin ver que la del cielo ya pendia sobre su cabeza.


Un año había trascurrido: era por la tarde, y casi a la misma hora de la procesión, avisaron a la parroquia que llevasen el Viatico para un vecino de la calle de Abejar; hacía se así, y a un tiempo salia por la calle de los Muñices la viuda del desgraciado hortelano, y D. Luis se asomaba a las almenas de la primera torre, para ver la Majestad; ambos incaron sus rodillas, y al pasar el sacerdote por entre ellos, vinose al suelo la piedra en que estaba apoyado D. Luis, cayendo también este y una de las almenas, que le trituró el cráneo. - ¡Justicia del cielo!- dijo una voz; era la de la infeliz viuda, a la que un desmayo hizo caer al suelo.