ANA VICITANDO UN PUEBLO DE JUDEA |
RIQUEZA DEL MARCO GEOGRÁFICO
Toda persona está naturalmente condicionada por su entorno geográfico. Y Jesús tuvo su entorno muy concreto: Palestina. Las bellezas de Galilea llenaron sus ojos a lo largo de su vida, en un ámbito que goza de una temperatura templada, una vegetación exuberante, y clara luz mediterránea. Las montañosa Samaría y la adusta Judea fueron escenario privilegiado de su misterio. El P. Garrigou-Lagrange llega a decir que la Geografía de Palestina es como "el quinto evangelio", que, una vez conocido, nos ayuda a localizar mejor las diversas circunstancias de la vida de Jesús. De hecho. sus parábolas nos hablan de realidades cotidianas y vivencias comunes, incluso domésticas, que experimentó en su vida, sin que falten las referencias a lugares precisos.
La fe en Jesús no puede prescindir del entorno en que se desarrolló su vida y el ropaje que envolvió sus palabras. San Gregorio Magno escribía a Juan, Patriarca de Jerusalén, que "allí -en Tierra Santa- es fácil ver con los ojos aquello que en otro sitio se cree por la fe". Razón por la que, siguiendo a San Jerónimo, decía Pablo VI: " Por lo tanto, esta tierra bendita ha llegado a ser, en cierto modo, el patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales ansían el poder visitarla, al menos una vez en la vida, para satisfacer su devoción y expresar su amor al Dios hecho Niño en Belén, al divino Adolescente y trabajador de Nazaret, al divino Maestro y Taumaturgo de toda la región, al divino Crucificado del Calvario, al Redentor Resucitado del Sepulcro que se encuentra en el Templo de la Resurrección (ó naos tis Anastaseos), como lo llaman con expresión feliz los hermanos separados de lengua griega". El P. Lino Cignelli sintetiza en un brevísimo párrafo cuánto significa Tierra Santa para un cristiano: "En Tierra Santa brillan las huellas del Dios Salvador, del Verbo encarnado, muerto y resucitado. Aquí ha vivido y ha cumplido nuestra Redención.
Aquí ha permanecido y actúa después de la Resurrección (Mt 28,9). De aquí su acción salvadora irradia incesantemente en el mundo entero" (MT 28, l6; Mc 16, 15).Nace de ahí la emoción e inefable experiencia que sobrecoge a todos los peregrinos. Profundos sentimientos de fe y una piedad sin límites empujaron ya a los primeros cristianos a la búsqueda del contacto físico con los Lugares Santos y a celebrar en ellos los ritos litúrgicos, como destacan los Santos Padres y escritores del S. IV.
ANA CON JERUZALEN AL FONDO |
Y porque fue y será siempre referencia obligada y centro de confluencia de viajeros de toda condición y procedencia, Pablo VI nos recordaba que el Cristianismo es religión universal, no ligada a un país; sus seguidores " adoran al Padre en Espíritu y Verdad" pero también su funda en una revelación histórica. "Junto a la historia de la Salvación " existe una "geografía de la Salvación". Por tanto, los Santos Lugares tienen al alto valor de ofrecer a la fe un sostén irrebatible, permitiendo al cristiano estar en contacto directo con el ambiente en que el Verbo si hizo carne y habitó entre nosotros".(Exhortación Apostólica Nobisin animo, de Pablo VI, del 25 de marzo de 1974).