EL MAESTRO Y EL VERDADERO SABER.
No os metáis tanto a maestros, hermanos míos; sabéis bien que nuestro juicio será muy severo, pues todos fallamos muchas veces. Quien no falla cuando habla es un hombre logrado, capaz de marcar el rumbo también al cuerpo entero.
Mirad, a los caballos les meremos el freno en la boca para que ellos nos obedezcan a nosotros, y dirigimos todo su cuerpo. Y ahí tenéis los barcos: tan grandes como son y con vientos tan recios que los empujan, se dirigen con un timón pequeñísimo a donde al piloto le da por llevarnos.
Pues lo mismo la lengua: pequeña como órgano, alardea de grandes cosas. Ahí tenéis, un fuego de nada incendia un bosque enorme. También la lengua es fuego ( ese mundo de la maldad). La lengua siendo uno de nuestros órganos, contamina, sin embargo, al cuerpo entero: inflama el curso de la existencia, inflamada ella misma por el infierno.
Porque fieras y pájaros, reptiles y bestias marinas de toda especie se pueden subyugar y han sido subyugados por la especie humana; pero lo que es una lengua, bicho turbulento, cargado de veneno mortal, no hay hombre capaz de subyugarla.
Con ella bendecimos al que es Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios. De la misma boca sale bendición y maldición. Eso no puede ser, hermanos míos; ¿es que una fuente echa por el mismo caño agua dulce y salobre?. Hermanos míos, ¿ puede dar aceitunas la higuera o higos la vid?, Ni tampoco un manantial salino puede dar agua dulce, A ver, ¿ quién de vosotros es sabio y doctor? Pues demuestre con su buena conducta que obra como sabio, sin violencia. Pero sin inferiormente os amarga el despecho y sois partidista, dejad de presumir y engañar a costa de la verdad. No es ése el saber que baja de lo alto; ése es terrestre, irracional, maléfico; y donde hay despecho y partidismo hay turbulencia y toda clase de malas faenas. En cambio, el saber que baja de lo alto es, ante todo, límpido y luego apacible, compresivo y abierto, reboza buen corazón y buenos frutos, no hace discriminaciones ni es fingido. Y la cosecha de honradez, con la paz van sembrando los que trabajan por la paz,
En la comunidad del autor, como en la sinagoga, los maestros eran figuras importantes y respetadas, Nada tiene de extraño que muchos aspirasen a ese cargo. Pero éste impone una grave responsabilidad y exige ante todo gran dominio de la lengua, Comparaciones clásicas para ilustrar el poder de la lengua: el freno del caballo, el timón de la nave.
La tercera comparación es la más apropiada, por sus efectos negativos: la chispa del fuego. Reproche por el mal uso de la lengua.
Para ser maestro no basta la ciencia, el saber se muestra en la conducta. El falso saber que se queda en teoría y no modela el comportamiento, lleva a la soberbia y a la rivalidad. El verdadero saber es pacifico, se traduce en las obras y es sincero; su fruto es la paz.
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