Escudo de España 1870-1873 |
AMADEO I REY DE ESPAÑA
Escrito enviado al
congreso de España por el Rey Amadeo de Saboya, comunicando su
renuncia a la corona, ya que le ERA imposible gobernar a los
españoles por los continuos enfrentamientos entre los partidos
políticos.
Su
reinado solo duro 26 meses.
AL
CONGRESO:
Grande
fue la honra que merecí a la Nación española eligiéndome para
ocupar su Trono; honra tanto más por mí apreciada, cuanto que se
me ofrecía rodeada de las dificultades y peligros que lleva consigo
la empresa de gobernar un país tan hondamente perturbado. Alentado,
sin embargo, por la resolución propia de mi raza, que antes busca
que esquiva el peligro; decidido a inspirarme únicamente en el bien
del país, y a colocarme por cima de todos los partidos; resuelto a
cumplir religiosamente el juramento por mí prometido a las Cortes
Constituyentes, y pronto a hacer todo linaje de sacrificios que dar a
este valeroso pueblo la paz que necesita, la libertad que merece y la
grandeza a que su gloriosa historia y la virtud y constancia de sus
hijos le dan derecho, creía que la corta experiencia de mi vida en
el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter y que
hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las
dificultades que no se ocultan a mi vista en las simpatías de todos
los españoles, amantes de su patria, deseosos ya de poner término a
las sangrientas y estériles luchas que hace tanto desgarran sus
entrañas. Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos largos años ha
que ciño la Corona de España, y la España vive en constante lucha,
viendo casa día más lejana la era de paz y de ventura que tan
ardientemente anhelo. Si fuera extranjeros los enemigos de su dicha,
entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos,
sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada,
con pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación
son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos
pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre
el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre
tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es
imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía
hallar el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente
dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de
buscarlo quien prometió observancia . Nadie achacará a flaqueza de
ánimo mi resolución. No habría peligro que me moviera a desceñirme
de la Corona si creyera que la llevaba en mis sienes para bien de los
españoles; ni causó mella en mi ánimo el que corrió la vida de mi
augusta esposa, que en este solemne momento manifiesta, como yo, el
vivo deseo de que en su día se indulte a los autores de aquel
atentado. Pero tengo hoy la firmísima convicción de que serían estériles mis esfuerzos e irrealizables mis propósitos. Éstas
son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la
Nación, y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció el voto
nacional, haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y
sucesores. Estad seguros de que al desprenderme de la Corona no me
desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de
que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle
todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía. Amadeo.
Palacio
de Madrid a 11 de febrero de 1873.
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