martes, 16 de diciembre de 2014

CÓRDOBA EN EL ALMA


CORDUBA ROMANA

 LA FUNDACIÓN



No solo del pasado musulmán vive una ciudad tan histórica como Córdoba, porque también la ciudad tiene una importante historia como ciudad romana, más de lo que probablemente muchos cordobeses pueden

pensar. Pues Córdoba fue una importante ciudad del imperio romano, capital de la Hispania Ulterior y posteriormente, tras la reforma del emperador Augusto, capital de la bética. Fue colonia patricia y por sus calles y puente romano, discurrió la vía agustua que conducía hasta Gades (Cadiz). Tras diferentes estudios arqueológicos se a podido testimoniar que Corduba fue una ciudad muy romanizada y con una gran cantidad de edificios púdicos, posiblemente más que ninguna otra ciudad de Hispania. En Córdoba yace el tercer anfiteatro más grande de la historia del imperio, que fue base del actual coliseo y que en su construcción llegó a ser durante un periodo, el más grande en aforo. También la ciudad patricia, llego a tener uno de los más grandes teatros de Hispania, llegó a ser de cuantos se construyeron en España, el más parecido a los teatros de Roma. Pero toda gran ciudad tiene un comienzo en la forja de su historia y la de Córdoba comenzó con Roma.



Imperio Cartaginés. El imperialismo cartaginés en su expansión por el Mediterraneo chocó con los intereses de Roma. La península ibérica se convirtió, por consiguiente, en escenario primordial entre los dos Imperios. Los romanos tomaron contacto con Andalucía en fecha bien tardía. En general, la guerra de Hispania, durante la segunda guerra
 púnica, fue concebida como una operación secundaria, cuyo objetivo era privar de recursos al imperio cartagines. Fue entonces cuando los romanos se dieron cuenta de la importancia del sur de la península ibérica, rica en campos, minas y tributos pagados por la población abastecían al enemigo y contribuían a pagar a sus mercedarios. Tras el interés romano de tomar tierras andaluzas, inmediatamente las ciudades de esta tomaron parte en la causa romana y de así sacudirse el pesado yugo cartaginés. Tras el desastre de los Escipiones en el 211 a.c. iniciado en alto guadalquivir, el nuevo general romano, Publio Cornelio Escipión, futuro vencedor del cartaginés Anibal, no tuvo dificultad en conseguir la ayuda o, por lo menos, la neutralidad de las ciudades del alto guadalquivir. Una vez que los romanos consiguieron vencer a los cartaginenses en la Península, decidieron quedarse para proteger la nueva provincia contra los posibles in cursores bárbaros.




Fundación de la Ulterior. Tras la batalla de Ilipa, queda de manifiesto la voluntad de Roma de permanecer en la Península. Desde el 206 a.c. se estableció como provincia la Hispania Ulterior, hecho que quedó refrendado en el 197 con el envío regular de un propraetor cum imperium. La frontera inicial con la provincia Citerior, fue el rió Ebro. Córdoba fue conquistada a los cartaginenses por el pretor Lucio Marcio, en el año 200 a.C. .El levantamiento de los distintos pueblos de Andalucía comenzó en 197 a.C.. Con motivo de las guerras lusitanas, la Bética, ya pacificada, sufrió indirectamente las consecuencias.



Corduba. El 
pretor de la Hispania Ulterior, Claudio Marcelo, que viene a Córdoba en el año 169 a.C., modifica y ennoblece establecimiento en ella una colonia romana y echó los cimientos de su futura grandeza. Con mezcla de altos indígenas y romanos, ya empieza a sonar con verdadero decoro el nombre de la "Colonia Patricia", como le llamaron los romanos. Córdoba, edificada por ello, según Estrabón, de "opus Marcelo", pudo tener, a contar desde entonces, todo lo que podía darle Roma: suntuosos edificios, comercio, industria, labor, arte; se identifica con Roma, se romaniza; es como una miniatura de la gran ciudad, señora del mundo, como llego a escribir Plinio "La Bética, así llamada por el río que la cruza por la mitad, aventaja a todas las demás provincias por la riqueza de su acepto y por cierto esplendor peculiar en su fertilidad". Aquí se fundan dos razas, la indígena y la conquistadora; el alma ibérica y la progenie romana, de las que, vivificadas mutuamente, saldrá una constelación de hombres ilustres, todo excelsitud. En Córdoba reside el pretor, es quiza la ciudad que más presto se romaniza y una de las más celebres colonias del Occidente Romano. Los romanos fortifican y guarnecen a Córdoba, la hacen centro y plazas d
e armas, cuartel de sus legiones, Roma el pueblo que mejor a conocido el valer geográfico de la España mediterránea y que amoldó al imperio de la Geografía la constitución de su propio imperio, conoce el valor estratego de Corduba, de ella parten, como centro de comunicaciones, numerosos caminos, por eso desde aqui, muy cerca de la ciudad, luchan los pretores romanos contra Viriato, que entonces (149 a 140 a.C.) representaba el sentido español de independencia. Corduba sería desde sus inicios capital de la Hispania Ulterior, colonia patricia y empezó a forjar su fastuosa historia.




sábado, 13 de diciembre de 2014

CÓRDOBA EN EL ALMA (EL AVARO JUDÍO).



LEYENDAS Y CURIOSIDADES EN EL REINO DE CÓRDOBA


EL AVARO JUDÍO

Un hombre, pobremente vestido, está sentado delante de una mesa. La habitación está casi vacía, salvo por la silla donde se sienta, un tablón desgastado que le sirve de mesa y una vieja arqueta en el suelo. Frente a él, en la mesa, amontona monedas de oro y joyas a medida que los cuenta.
Llaman a la puerta. Se apresura a guardarlo todo en la arqueta antes de salir. Allí hay una mujer, que angustiada, comienza a contarle su historia. Es pobre, apenas le queda nada y no tiene qué comer. Necesita dinero. El avaro la mira en silencio, sin responder. No le impresiona la historia. La ha oído cientos de veces y la respuesta es siempre la misma.
- ¿Qué puede ofrecerme a cambio?
- Nada tengo, señor, salvo mi casa.
- Eso valdrá -responde, haciéndole saber los términos del acuerdo.
La mujer, al oír el el alto interés que tendrá que pagar, comienza a llorar y suplica no sea tan severo. Él responde que nada puede hacer: es un negocio y lo demás, no le importa. Después guarda silencio. La mujer, finalmente, se ve vencida, y asiente con la cabeza. Él redacta el papel; ella lo firma, hecho lo cual, se dirige con gesto cansado al interior de la casa: se escucha el abrir y cerrar de puertas y al cabo de unos minutos, vuelve el avaro con el dinero prometido. Ella lo toma, le entrega el papel y se marcha.
El viejo, al verla salir, retoma su trabajo. Saca el dinero y lo cuenta. Una vez terminado, lo anota en un pequeño libro que guarda en el arcón, del que saca una bolsa donde introduce el dinero. Lo toma y marcha a guardarlo. Mientras baja las escaleras del inmenso sótano donde guarda su riqueza, piensa en lo cansado que está, y murmura que, pase a todo, debe seguir con el negocio, aún no es bastante su riqueza.
Al subir, encuentra a su hija. Una mujer joven, casi una niña. Se dirige a la cocina, a preparar la cena. El viejo, de nuevo en la habitación, apaga la vela, para ahorrar, y se sienta. Apenas han pasado unos momentos cuando su hija lo llama. Hay en caballero en la puerta que pregunta con ti, le dice. “Muy bien, ahora lo atiendo”. Ella asiente y se marcha. Sale al zaguán donde un hombre joven lo espera. Al verlo, desaparece la sonrisa de su rostro, dando a entender el profundo desagrado que el viejo le provoca.
-Tenga buena noche, señor.
-Aquí tienes tu dinero, señor. Cuéntalo si quieres- dice a modo de respuesta.
-Eso no es necesario, señor. Espero que su merced haya recordado el interés que fijamos y lo haya incluido.
-Por supuesto. Di mi palabra, y ahora cumplo.
-Entrégame el papel que te firmé y acabemos con esto- dice agriamente.
El viejo, sin responder, le tiende el papel. El caballero lo toma con gesto violente, da media vuelta y sin despedirse, sale de la casa.
El viejo lo observa mientras se marcha. Y después, con una sonrisa, se vuelve hacia el saco que el caballero ha dejado en el suelo. Intenta cogerlo, pero es demasiado pesado. Por varias veces lo intenta, sin -éxito. Finalmente, decide llamar a su hija.
Ella, siempre solícita, escucha atentamente a su padre. Nunca ha bajado al sótano, y trata de memorizar las instrucciones. Finalmente, toma la vela y se dirige a la entrada. Levanta la tapa y se adentra por el hueco de las escaleras. Al legar a bajo, repite las instrucciones: a la derecha, después a la izquierda.... Así, recorre varios pasillos. De pronto, se estremece y mira alrededor asustada. Una corriente de aire apaga la vela y queda a oscura en medio del laberinto. Duda entre seguir o regresar y, a tientas, busca el camino de vuelta, pero la oscuridad y el miedo la traicionan y no encuentra el camino. Finalmente, comienza a llamar a su padre. Pero la respuesta que obtiene es el eco de su propia voz. Espera, pero nada ocurre. Se desespera y empieza a gritar y gritar....
El viejo mira intranquilo el hueco del sótano. “Debía haber regresado ya”, pie3nsa.... y es entonces cuando escucha la voz que lo llama..... Toma una vela y baja con rapidez. Se mueve con agilidad por los pasillos, pero cada vez que se acerca a la voz, esta suena en otra parte o se vuelve lejana.... Así las horas pasan y el viejo, cada vez más desesperado, busca sin cesar. Finalmente, decide pedir ayuda. El sitio es demasiado grande y por eso no la encuentra, dice intentando tranquilizarse.
Una vez en la calle, comienza a gritar a sus vecinos “¡Ayuda”. Estos, somnolientos, se asoman a la ventana para ver qué ocurre. Al verlo ponen cara de desagrado, la mayoría vuelve adentro, pero algunos, deciden bajar. El viejo, intentando parecer sereno, les cuenta:
-Mi hija bajó anoche al sótano y no regresó. La he buscado toda la noche, pero no consigo encontrarla; es demaciado grande para una sola persona. Si tuvierais a bien ayudarme....
Los vecinos se miran extrañados. Cómo puede una persona perderse en un sótano -se preguntan. El viejo les responde:
-En realidad, es una red de pequeñas galerías, casi un laberinto. Tiene tantas galerías y pasillos que es fácil desorientarse y perderse dentro: es por esto que yo solo no puedo. Les ruego....
Suenan de nuevo murmullos, pero una voz se levanta sobre el resto y dice: “Vamos”
Al oírlo, todo el mundo calla y lo sigue hacia la casa del anciano. Allí toman cuantas velas y candiles pueden y bajan al sótano, donde comienzan a buscar. Comienzan llamando a la muchacha, pero al oír la débil voz, callan y escuchan. Se mueven de un lado a otro, incansables. Las horas pasan y el viejo está casa vez más alterado. Finalmente, los oye que suben todos, y suspira aliviado. Pronto, su cara se torna en mueca a ver que vuelven sin la niña.
-Es imposible, señor. La voz se acerca y se aleja de nosotros. Quizá haya salido ya, y lo que hemos oído sea el eco.
-Pero eso no es posible. Yo estuve aquí todo el rato, y nadie entró ni salió, salvo sus mercedes.....
Sin más respuesta que un encogerse de hombros y un “lo siento”, el grupo sale de la casa.
Allí queda el viejo solo.
El viejo, como cada noche, se sienta en un sillón. Pero ya no cuenta el dinero. Sólo escucha, aterrorizado, angustiado, la voz que día tras día, al caer la noche, comienza a sonar, llamándolo a gritos.