lunes, 12 de enero de 2015

CURIOSIDADES DE CÓRDOBA


EL CRISTO DE LA MISERICORDIA
IMAGEN DEL CRISTO

BARRIO DE SANTA MARINA

EL PASO DEL CRISTO DE MISERICORDIA DE CÓRDOBA
Ramírez de Arellano, en Paseos por Córdoba, nos cuenta cómo cerca de la Iglesia de Santa Marina (entre la calle Muro de la Misericordia y calle Moriscos) estuvo el hospital del Cristo de la Misericordia. Su titular era un Crucificado quien, según la leyenda, se llamó de la Misericordia por el milagro que realizó cuando, un hombre del barrio quedó ciego. Nada de lo que le dieron le devolvía la vista. Su desesperación iba en aumento hasta que un día entró, y puesto frente al Cristo, le dio un terrible golpe con su bastón y le grito: “¿Para qué me sirves, si no puedes devolverme la vista?”. En ese momento, sus ojos vieron la luz y la voz corrió por la ciudad, llamando al Cristo de la Misericordia por la que había mostrado ante quien tan mal le trataba.





EL CURA DE LA MAGDALENA.
Iglesia de la Magdalena

BARRIO DE LA MAGDALENA.



El Párroco de la Magdalena.
Allá en tiempos antiguos, había en la parroquia de la Magdalena un cura excesivamente obeso y muy aficionado a recoger cuanto podía de sus feligreses. Sucedió que una noche de lluvia se retiraba a su iglesia, y a corta distancia del postigo de la sacristía, vio un hermoso burro blanco, solo y como abandonado. Pareciéndole al buen señor que en él podía pasar el barro de la plaza y aun alojar aquel huésped en su casa, lo arrimo a la gradilla y como pudo cabalgó en él, emprendiendo su marcha tan tranquilo, con su linterna en la mano, a favor de cuya luz vio el interior de las monjas de Santa Inés. Entonces, asombrado, reparó encontrarse a aquella altura por haber crecido de pronto y en tanta longitud las piernas de su cabalgadura. Asustado y comprendiendo ser castigo del cielo por su desmedida ambición, y que el diablo sería el que se le presentó en forma de burro, invocó el nombre de Jesús, y aquel desapareció, cayendo el pobre cura de la elevación en que se hallaba, quedando ileso por el mucho barro; mas en él dejó su estampa tan marcada, que a la mañana siguiente los vecinos se paraban a ver lo que ellos decían “el retruco del Sr. Rector”. Este se mostró tan escarmentado que el resto de su vida lo empleó en hacer muchos y recomendables actos de misericordia.

No hay comentarios: