CAPÍTULO
LXXIV
DE
COMO DON QUIJOTE CAYO MALO, Y DEL
TESTAMENTO
QUE HIZO, Y SU MUERTE
Entró
el escribano con los demás, y después de haber hecho la cabeza del
testamento y ordeno su alma don Quijote, con todas aquellas
circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las mandas
dijo:
-Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a
quien en mi locura hice escudero, tiene, que por habido entre él y
mi ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo
dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno
después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo,
que será bien poco, y buen provecho le haga; y si como estando yo
loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora,
estando cuerdo, darle el de mi reino, se le diera, porque la
sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
-(...)
Ítem mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijada mi
sobrina, que está presente habiendo sacado primero de lo más bien
parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo
hechas; y la primera satisfacción que se haga quiero que sea pagar
el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más de
veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor Cura
y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes.
-Ítem
es mi voluntad que si Antonia Quijana mi sobrina quisiere casarse, se
case con hombre de quien primero se haya hecho información que no
sabe que cosas sean libros de caballería; y en caso de averiguarse
que lo sabe, y, con todo eso, mi sobrina quisiera casarse con él, y
se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis
albaceas distribuir en obras pías, a su voluntad.
-Ítem
suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte
les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que
anta por ahí con el título de “Segunda
parte de las hazañas de Don Quijote de la Mancha”,
de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la
ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan
grandes disparates como en ella escribe; porque parto desta vida con
escrúpulo de haberle dado motivos para escribirlos.
Miguel
de Cervantes Saavedra
El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
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