sábado, 6 de agosto de 2016

LEYENDAS CORDOBESAS

Calle Mancera
LEYENDA DE LA CALLE MANCERA.


Hay una calle sin salida, que tiene por nombre MANCERA, ( en su tiempo a mediado del siglo XVI MANSERA, apodo de un operario del campo. Palabra derivada del latín manus, esteva del arado). Pieza corva y trasera del arado, sobre la cual lleva la mano el que ara, para dirigir la reja y apretar contra la tierra. Madero curvo que en los carruajes antiguos sostenían en sus extremos las varas y se apoyaba por el medio sobre la tijera . Palo esteva.

Cuentan allá por la mitad del siglo XVI, en el Santuario de la Fuensanta, en su pórtico, entre los votos, ofrendas por los milagros recibidos, existe una tablilla, que dejo allí en su día un obrero del campo, un labrador. Era el día de la Fuensanta, y el citado trabajador se puso a trabajar sus tierras. Otro le recriminó el que trabajase el día de la Fuensanta, a lo que el primero le contestó que a él no le importaba los días de nadie, que lo que le importaba era su propio interés y su casa.


Como se conoce que el desprecio a su Día , no le sentó nada bien a la virgen, dicen que providencialmente, de pronto al decir lo mencionado se le quedó la mano pegada a la madera, sin que a pesar de los esfuerzos que hacia se la pudiera despegar. Con la madera pegada a la mano, conocedor del “feo” que le había hecho a la Virgen de la Fuensanta, se fue corriendo al Santuario, mancera en mano, se postró de rodillas ante la imagen y le pidió sinceramente perdón por la ofensa. Como por arte de magia, al terminar la oración se le soltó la mano de la madera, y entre llantos dio las gracias por el favor recibido, dejando allí la madera marcada con su mano, como símbolo y testigo del milagro ocurrido.

Si miramos el esquema del arado romano, vemos que si desde el terreno tuvo que ir el “Mancera” con el arado gasta el Santuario, ya había cumplido de antemano la penitencia por el agravio, aunque es cosa complicada desde luego. Viendo el detalle de la mancera, que tiene una hendidura, en el ánimo como siempre de buscarle una justificación al milagro, podemos pensar que se le podría haberse-le hinchado la mano por cualquier razón, y en el propio terreno de labor asustándose y rogar el perdón, bajando la hinchazón y ya está el milagro realizado.

Aquello fue muy sonado en la ciudad, y este pobre hombre era señalado al pasar por las calles, como parte del suceso. A raíz de ello se quedó con el apodo de “Mansera” . Como era vecino de la citada calle, se le llamo desde entonces la calle Mansera, modificada por el paso del tiempo llamándose “Mancera”, que es como se la conoce ahora.

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