SAN
JOSÉ Y SAN CAYETANO
BARRIO
DE LOS TOREROS DE CÓRDOBA
La
Iglesia de San José o de San Cayetano, está ubicada en la cuesta
del mismo nombre,
El
nombre original suyo fue Iglesia o Convento de San José, santo que
está en una capilla lateral y que en su momento fue muy venerado,
además de encontrarse en una hornacina en la fachada principal.
El
edificio se inició en 1638 y se finalizó en 1656 después de muchas
vicisitudes y cambios en el planteamiento inicial, sufriendo incluso
en el siglo XVIII importantes reformas.
A
la derecha del altar se encuentra la imagen de Santa Teresa de Jesús,
Doctora de la Iglesia y Mística del Siglo de Oro español, y el
acceso al patio del convento.
En
la parte superior del centro de la nave y a lo largo de ella se
encuentran enormes cuadros representando diferentes escenas y santos.
La
Hermandad de Jesús Caído y la Soledad es una de las más antiguas
de Córdoba. Sus inicios se remontan al siglo XVII, cuando la imagen
de Jesús llega al Convento. Erigida canónicamente en la Iglesia de
San Cayetano convento de los Padres Carmelitas Descalzos, dentro de
la demarcación territorial de la parroquia de Santa Marina.
Dicha
Cofradía es llamada popularmente de la “Hermandad de los Toreros”,
debido a su proximidad con lo que fue el barrio del Matadero Viejo
junto a la Torre de la Malmuerta.
Bajo
el altar Mayor del Convento de San Cayetano y en la Capilla de Gestus
existen criptas donde enterraban a los frailes de esta congregación.
Las condiciones de las criptas dieron lugar a la momificación de los
restos allí inhumados.
Cuenta
Ramírez de Arellano en Paseos por Córdoba que los nichos tuvieron
que ser sellados ya que, entre otras profamaciones, algunas momias
fueron empleadas para gastar bromas pesadas al sacristán de la
iglesia, quién al ir a acostarse encontró en su cama una de las
momias. Cuando se levantó asustado, vio que habían colocado varias
de ellas por toda la habitación.


Proveedor
Oficial de la Casa Real. Antonio Carbonell y Llácer, capitalista del
siglo XIX, funda la Casa Carbonell en Córdoba convencido de que el
aceite de oliva, comercializado con las exigencias de calidad que
requería el mercado internacional, sería una fuente de riqueza y de
trabajo para el campo andaluz.