La
actual calle de Valdés Leal se llamó Abrazamozas, porque así es
como llamaban a los jóvenes que salían de noche buscando aventuras
amorosas. Vivía en el barrio uno que ademas de los requiebros, solía
esconderse en la calleja y sorprender a las damas que paseaban solas,
a fin de poder abrazarlas en la oscuridad.
Una
noche en que regresaba a casa vio a una bella joven que bajaba por la
calle Málaga hacia el barrio de San Juan. El joven decidió seguirla
al tiempo que le dedicaba sus mas ingeniosos requiebros. Ella le rogó
que la dejara tranquila, mas el joven continuó su camino, redoblando
sus esfuerzos. Ella le rogó nuevamente que no insistiera más, pero
el joven, envalentonado, le cortó el paso y prometió dejarla seguir
su camino si la abrazaba primero. La joven le miró y cedió, no sin
antes advertir al muchacho el peligro que con ello corría. Mas él
no atendía a razones; así pues, ella abrió los brazos y él la
abrazo; mas en lugar de encontrar un cuerpo esbelto, sintió la
frialdad de unos huesos desnudos bajo la túnica. Trató de soltarlo,
sin éxito, y horrorizado, cayó desmayado.
A
la mañana siguiente, lo encontraron sus amigos durmiendo en la
esquina de la calle y él contó lo sucedido. Estos pensando que
había sido un mal sueño por los efectos del vino, tuvieron
diversión a su costa para un buen tiempo. Sueño o no, el joven lo
tomó como una seria advertencia a su mal comportamiento y nunca mas
molestó a dama alguna en los oscuros callejones de la ciudad.
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