Montilla, uno de los hitos más importantes de Ruta del Califato de El Legado Andalusí, justifica una y muchas visitas. Basta y sobra con deducir, además de su historia, otros argumentos tan decisivos en cualquier programación turística como el vino y la Denominación de Origen con la que se identifica y hace célebre su nombre tanto dentro como fuera de España. Montilla sebe a vino del bueno por todos sus costados y esta condición se hace presente en multitud de viajes culturales y turísticos.
Otras razones que proclaman el interés de Montilla como oferta turística en este mismo contexto en su relación con personajes tales como el Gran Capitán, nacido en esta población, y Miguel de Cervantes que la mencionó en sus obras después de haberla visitado en repetidas ocasiones. También hay que nombrar a dos santos del calendario o año cristiano: San Juan de Avila y San Francisco Solano que nacieron o vivieron en esta ciudad lo que contribuyó a acrecentar el interés de muchos por visitar los lugares relacionados con ellos.
La visita a Montilla puede iniciarse por el lugar en el que se asentaba su castillo donde se alojaron los Reyes Católicos. Después de admirar las hermosas vistas de la campiña cordobesa, hay que celebrar su reconversión en sede del Museo Temático de los Vinos de Andalucía.
El Convento de Santa Clara se mandó construir en 1525 por el primer marqués de Priego, don Pedro Fernández de Córdoba. Sus destinatarias fueron las monjas franciscanas clarisas. Declarado Monumento Nacional su portada gótico-renacentista y mudéjas es una verdadera obra de arte y su templo está recubierto con un bello artesonado. De entre sus obras artísticas resaltan el retablo mayor de estilo churrigueresco y los de San José y Santa Ana, así como diversas imágenes, obra de Pedro de Mena.
La Iglesia de Santiago de principios del siglo XVI, alberga imágenes de interés, como las de San Francisco Solano y San Pedro de Alcántara, que algunos atribuyen a Pedro de Mena. El conocido como Cristo de Zacatecas es una pieza singular y misteriosa traída de México a finales del siglo XVI. Se trata de una de las primeras obras realizadas por artesanos indígenas de carácter religioso.
El recorrido por Montilla tiene además en cuenta el Oratorio de San Juan de Ávila que ocupa la casa en la que vivió y escribió parte de su obra el patrono del clero diocesano español y uno de los escritores más importantes del Siglo de Oro. Murió en esta casa en 1569.
La iglesia de la Encarnación formó parte del complejo religioso del colegio de la Compañía de Jesús. Por otra parte, el templo barroco de San Francisco Solano fue construido a finales del siglo XVII sobre la casa en la que nació este misionero franciscano, evangelizador del Perú y patrono de Montilla. Resalta el altar Mayor labrado por Lorenzo de Cobos y la imagen de la Virgen de la Aurora es atribuida a José de Mora.
La iglesia de San Agustín forma parte de lo antiguo Convento de esta Orden y en ella hay que destacar la capilla de Jesús Nazareno y las imágenes del Cristo de la Yedra del siglo XVI, un Cristo Yacente del siglo XVII atribuido a Juan de Mesa y un Jesús Nazareno. Por último, la iglesia de Santa Ana del mismo siglo luce un bello retablo de mediado del mismo siglo con imágenes de Pedro Roldán del que puede asegurarse que es la obra artística cumbre de la ciudad de Montilla. Se pueden visitar aquí diversas Ermitas como las de la Rosa, San José, del Santico, de Belén de la Paz y la iglesia del antiguo Hospital.
EN LAS BODEGAS DE MONTILLA "TOMAN CUERPO" Y SE REVISTEN DE SU PRESTIGIOSA DOMINACIÓN DE ORIGEN ALGO ASÍ COMO UNAS 70.000 BOTAS DE CRIANZA.
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