miércoles, 31 de agosto de 2011






PRIMERA CARTA DE PEDRO








Destinatarios: La carta esta dirigida a una serie de comunidades del norte y oeste de Asia Menor , formadas por cristianos procedentes sobre todo del paganismo.








EL NUEVO NACIMIENTO








Renacer a la esperanza








¡ Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías!








Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos dio




resucitando de la muerte a Jesús Mesías;




para la heredad que no decae, ni se mancha, ni se marchita, reservada en el cielo para vosotros, que, gracias a la fe, estáis custodiados por la fuerza de Dios;




para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final.




Por eso saltáis de gozo, si hace falta ahora sufrir por algún tipo de diversas pruebas; de esa manera los quilates de vuestra fe resultan más preciosos que el oro perecedero que, sin embargo, se aquilata a fuego, y alcanzará primero, gloria y honor cuando se revele Jesús Mesías. Vosotros no lo visteis, pero lo amáis; ahora, creyendo en él sin verlo, sentís un gozo indecible, radiante de alegría, porque obtenéis el resultado de vuestra fe, la salvación personal.




Por esta salvación empezaron a interesarse y a investigar ciertos profetas que habían predicho la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les declaraba por anticipado los sufrimientos por Cristo y los triunfos que seguirían. Indagaban ellos queriendo saber para cuándo y para qué circunstancias lo indicaba, y se les reveló que aquel ministerio profético no miraba a ellos, sino a vosotros. Ahora, por medio de los que os trajeron la buena noticia, os lo ha comunicado el Espíritu Santo enviado del cielo. Los ángeles se asoman deseosos de verlo.




Por eso, con la mente preparada para el servicio y viviendo con sobriedad, poned una esperanza sin reservas en el don que os va a traer la manifestación de Jesús Mesías. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. No, igual que es santo el que os llamó, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque la Escritura dice: “ Seréis santos, porque yo soy santo”.




Además, si podéis llamar Padre a aquel que juzga imparcialmente las obras de cada uno, conducidoss con respeto mientrasestáiss aquí de paso, porque sabéis con qué os rescataron del modo de vivir idolátrico que heredasteis de vuestros padres: no con oro ni plataperecedeross, sino con una sangre preciosa, la del Mesías, cordero sin defecto y sin mancha, escogido desde antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros. Por medio de él confiáis en Dios que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; así vuestra fe y esperanza están puestas en Dios.




Purificados ya internamente por la respuesta a la verdad, que lleva el cariño sincero por los hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Porque habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y permanente, porque “ todo mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba: se agota la hierba y cae la flor. En cambio la palabra del Señor permanece para siempre”. Y ésa es la palabra que os anunciaron.




Así pues, despojados de toda maldad, de toda doblez, fingiendo, envidia y de toda maledicencia, como niños recién nacidos, ansiad la leche auténtica, no adulterada, para crecer con ella hacia la salvación, ya que habéis saboreado lo bueno que es el Señor.




Al acercaros a él, piedra viva desechada por los hombres, pero elegida y digna de honor a los ojos de Dios, también vosotros, como piedra viva, vais entrando en la construcción del templo espiritual, formando un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales que acepta Dios por Jesús Mesías. Porque está dicho en la Escritura:” Yo coloco en Sión una piedra angular, elegida y digna de honor: quien crea en ella no quedará defraudado”. El honor es para vosotros los creyentes; para los incrédulos, en cambio, es la “piedra que habían desechado los constructores la que se ha convertido en piedra angular”; más, “en piedra para tropezar y en roca para estrellarse”. Ellos tropiezan por ser rebeldes al mensaje: ése es su destino.




Vosotros, en cambio, sois linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios, para publicar las proezas del que os llamó de la tinieblas a su maravillosa luz. Los que antes no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; los que nunca habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia.






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