lunes, 15 de julio de 2013

PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA

PALESTINA EN TIEMPO DE JESÚS ( CONTINUACIÓN)

SADUCEOS.

Los Saduceos, este nombre parece derivar de Sadoc, sumo sacerdote de quien provenía, desde Salomón todo el orden sacerdotal. Constituía este grupo un conjunto de personas que negaban  la vida futura y su retribución, porque no creían en la resurrección y la inmortalidad personal. Rechazaban, por eso, la existencia de ángeles y demonios, negaban el poder soberano del destino y la predestinación, porque creían en la libertad de la voluntad humana. Se consideraban los conservadores del espíritu del yavismo auténtico de la Torá, y aunque creían en la promesa mesiánica, desconfiaban de cualquier movimiento mesiánico, que brotara del entusiasmo popular. Su pragmatismo les indujo a acomodarse al régimen establecido, a condición de que la religión fuera respetada; cabe que sus adversarios hayan exagerado un tanto su laxismo.
Conformaban más un partido que una secta religiosa, y sus miembros se reclutaban entre aristócratas, ricos y sacerdotes. 

LOS FARISEOS

Los Fariseos -o separados- recibieron el nombre de "hassidim" , los piadosos, por el rigor con que cumplían la Ley y la Tradición, que imponían también a los demás. Tenían por una gracia muy singular de Yavé y fuente de pozo el estudio de la Ley fuente de pozo el estudio de la Ley y la aceptación de sus cargas. La Haggadá y la Halachá venia a ser para ellos como un desarrolla de la Torá.
Gozaron de gran consideración e influencia en el pueblo por su fidelidad a la Torá; y la crítica que hace de ellos el Evangelio, resultaba extraña a sus contemporáneos. Jesús mismo, en su piedad judía, siguió las líneas fundamentales trazadas por su espiritualidad, aunque no sus formalismos. Veían en el pecado la grave transgresión de la voluntad de Dios, y sólo la responsabilidad individual podía inducir al arrepentimiento y cambio de conducta. A pesar de su legalísmo, se manifestaban abiertos a novedades religiosas, lo que les movió a imponer al pueblo reglas que no estaban en la ley de Moisés, conciliando así el viejo yavismo con las novedades que a su juicio imponían los tiempos.
Entre sus creencias, admitían ángeles y demonios, alentaban la esperanza de la resurrección y esperaban el pronto advenimiento del reino de Dios. Mantenían las ilusiones nacionalistas del Israel, resistían a la contaminación cultural y aún religiosa helenística, y consideraban necesaria la independencia política como condición para el mejor cumplimiento de  sus cometidos religiosos. Amados de unos, rechazados de otros, ocupan una situación preponderante en tiempo de Jesús. Del fariseísmo salían los mejores escribas, exégetas y juristas, ya que mantenían escuelas propias, que produjeron posteriormente la obra ingente del Talmud.

LOS ZELOTAS.

Zelotes o cananeos, eran un ala de los fariseos y no reconocían otro jefe y maestro que Dios. Nacidos contra la opresión romana, rechazaban la pasividad de los fariseos y proponían la acción decidida y audaz como única solución. No dudaron por eso en rebelarse en repetidas ocasiones. Se les llegó a conocer por sicarios o asesinos, y su exaltación jugó un papel decisivo en la Gran Revuelta, porque sus acciones, básicamente religiosas, se confundían con la agitación política.

ESENOS.

Los Esenios, "dentro de la ortodoxia judía constituyen una asociación de pietistas escrupulosos que encarnan la Torá en una regla de vida, una disciplina, prácticas rituales ajenas a la tradición  yavista normal, y que introducen el espíritu, a pesar de las representaciones de una gnosis cosmológica, en el cuerpo de la religión nacional. Suponen por todo ello un reflorecimiento de la vida religiosa dentro de la vieja tierra judía".
En realidad, no existe aún una información completa y veraz sobre los mismos, por más que los documentos de Qumrán hayan aportado no poca luz sobre sus vivencias comunitarias. 
Su fidelidad a la Torá, su disciplina de vida, su credo y su piedad en las sinagogas, y la instrucción que impartían a sus fieles, les ganó, además de consideración, una notable influencia.
Digamos que los berodianos aparecen dos veces en el N.T. (Mc 3,6 y Mt 22,16). Siempre conjuntamente con los fariseos y ambos como enemigos de Jesús. No deben identificarse con una secta judaica que habría considerado a Herodes el Grande como el Mesías. En el fondo se trataba de un grupo de partidarios de la dinastía de Herodes. Jesús les resultaba también molesto.
Justino y Hegesipo, en el s. II, se ocuparon además de otras sectas, no menos de siete, a las que hay que añadir las masas populares, "gentes de la tierra", despreocupadas de la prácticas religiosas, y los "anawim" (los pobres), junto al judaísmo oficial y las tendencias ortodoxas, que ajenos al espíritu de la escuela farisaica eran pietistas ardientes, más inclinados a la confianza en Yavé que al mero temor.
Es importante recordar el judaísmo de la Diáspora o dispersión, que nace con la deportación a Babilonia y que se extiende por todas las provincias del Imperio romano, cuya cultura introdujo en el judaísmo ciertos condicionamientos: una helenización debida a la filosofía y categoría griega; un espíritu propagandístico; cierto espíritu sincretista que dio nacimiento a varias sectas y favoreció la gnosis judía.
La vida de la diáspora les hizo olvidar su propia lengua y aprender el griego. La versión de los "Setenta", primera traslación al griego del A. T., que se remonta al tiempo de Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.), tuvo una gran influencia en la literatura religiosa de los gentiles, próxima ya el nacimiento del cristianismo.
Un ejemplo clave del judío de la diáspora es Filón de Alejandría (30 a.C.- 54 d. C.), por su asimilación de la filosofía griega aplicada a la reflexión teológica, método que imitarán algunos Santos Padres.
Dentro del paganismo, tuvieron enemigos como Cicerón y Tácito, que criticaron la prohibición de carnes de cerdo, el sábado, la circuncisión y el culto sin imágenes. Sin embargo, en general, el judaísmo tuvo una gran aceptación por el atractivo y novedad de la religión yavista y su moral, fundamentadas en la Biblia, y favoreció la rápida difusión del cristianismo.
ïncide de la presencia judía en el mundo greco-romano son los prosélitos, simpatizantes que llegaban a ser auténticos hijos de Israel y que extendieron entre la gente distinguida de Roma el tema "Judaicam vivere vitam".
Los dos grupos más influyentes en el pueblo, fueron los Fariseos y los Zelotas, cuyo mesianismo tendía al establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra. Se comprende que el anuncio hecho por Jesús de un "Reino que se avecina, que está dentro de vosotros", y que exigía la transformación moral del individuo, no ofrecerá suficiente atractivo como para ser aceptado. 



    

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