EL SERMÓN DEL MONTE
LAS BIENAVENTURANZAS
Lo
siguieron grandes multitudes procedentes de Galilea, Decápolis, Jerusalén ,
Judea y Transjordania.
Al
ver Jesús las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus
discípulos. El tomó la palabra y se puso a enseñarles así:
Dichosos
los que eligen ser pobres, porque esos tienen a Dios por rey.
Dichosos
los que sufren, porque esos van a recibir el consuelo.
Dichosos
los sometidos, porque esos van a heredar la tierra.
Dichosos
los que tienen hambre y sed de esa justicia, porque esos van a ser saciados.
Dichosos
los que prestan ayuda, porque esos van a
recibir ayuda.
Dichosos
los limpios de corazón, porque esos van a ver a Dios.
Dichosos
los que trabajan por la paz, porque a esos los va a llamar Dios hijos suyos.
Dichosos
los que viven perseguidos por su fidelidad, porque esos tienen a Dios por rey.
Dichosos
vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por
causa mía. Estad alegres y contentos, que grande es la recompensa que Dios os
da; porque lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido.
Vosotros
sois la sal de la tierra. Y si la sal se pone sosa, ¿con que se salará? Ya no
sirve mas que para tirarla a la calle y que la pisotee la gente.
Vosotros
sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo alto de un
monte; ni se enciende una lámpara para meterla debajo del perol, sino para
ponerla en el candelero y que brille para todos los de la casa. Empiece así a
brillar vuestra luz ante los hombres; que vean el bien que hacéis y glorifiquen
a vuestro Padre del cielo.
SE CUMPLIRÁN LAS PROMESAS
¡No
penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a
echar abajo, sino a dar cumplimiento: porque os aseguro que antes que
desaparezcan el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la
Ley antes que todo se realice.
Por
tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimo y los enseñe así
a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los
cumpla y enseñe, ese será llamado grande en el reino de Dios: porque os digo
que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y
fariseos, no entráis en el reino de Dios.
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