jueves, 21 de noviembre de 2013

PROCLAMACIÓN DEL REINO

EL SERMÓN DEL MONTE 

LAS BIENAVENTURANZAS


Lo siguieron grandes multitudes procedentes de Galilea, Decápolis, Jerusalén , Judea y Transjordania.

Al ver Jesús las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. El tomó la palabra y se puso a enseñarles así:

Dichosos los que eligen ser pobres, porque esos tienen a Dios por rey.
Dichosos los que sufren, porque esos van a recibir el consuelo.
Dichosos los sometidos, porque esos van a heredar la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia, porque esos van a ser saciados.
Dichosos los que prestan ayuda,  porque esos van a recibir ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque esos van a ver a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque a esos los va a llamar Dios hijos suyos.
Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque esos tienen a Dios por rey.
Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía. Estad alegres y contentos, que grande es la recompensa que Dios os da; porque lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido.

Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se pone sosa, ¿con que se salará? Ya no sirve mas que para tirarla a la calle y que la pisotee la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una lámpara para meterla debajo del perol, sino para ponerla en el candelero y que brille para todos los de la casa. Empiece así a brillar vuestra luz ante los hombres; que vean el bien que hacéis y glorifiquen a vuestro Padre del cielo.

SE CUMPLIRÁN LAS PROMESAS

¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento: porque os aseguro que antes que desaparezcan el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimo y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ese será llamado grande en el reino de Dios: porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.   
      

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