jueves, 26 de diciembre de 2013
martes, 17 de diciembre de 2013
CURIOSIDADES EN EL REINO DE CÓRDOBA
CÓRDOBA EN EL ALMA
LA TORRE DE LA MALMUERTA
Cerca de la plaza de Colon, la torre albarrana de la Malmuerta, se envuelve en la leyenda. La tradición popular asegura que el nombre de la torre se debe a la muerte de una noble dama a manos de su marido celoso. Cuenta la leyenda, que el nombre de la torre viene de un caballero del rey que en un arrebato de pasión mató a su esposa y al amante de esta. Como castigo ejemplar se le condenó a construir esta torre que le debía de servir hasta su muerte de prisión.
Al margen del mito, esta torre, que fue edificada sobre una construcción islámica anterior, se levanta en el siglo XV. Se hala unida a la muralla a través de un arco de medio punto, bajo el que puede apreciarse una leyenda inscrita con datos alusivos a su construcción. En el interior, diversas escaleras conducen al adarve y, más arriba, a la única sala del edificio, con bóveda y abierta al exterior mediante saeteras.
De planta octogonal u ochavada, la torre se apoya en un arco que corta la muralla que va descansar en la Puerta del Rincón. Bajo el arco se puede observar las armas reales y una inscripción casa borrada que ha dado pie a una de las leyendas existentes sobre esta torre. Dicha leyenda que se detalla en el libro "Paseos por Córdoba" establece que si un jinete pasando bajo el arco al galope fuera capaz de leer toda la inscripción, en ese preciso instante la torre se derrumbaría y de sus entrañas saldría un fabuloso tesoro que sería propiedad del afortunado lector.
La torre es maciza hasta la altura del arco pero a partir de él es hueca, albergando unas estancias desde las que parte una escalera de acceso a la plataforma.
Perdida su función defensiva se utilizó como prisión para nobles. Después, ya en el siglo XVIII, el sabio cordobés D. Gonzalo Antonio Serrano realizaba sus observaciones astronómicas desde ella.
En el año 1951, el alcalde Alfonso Cruz Conde promovió la creación de un pequeño museo dedicado a los cordobeses que habían participado en el Descubrimiento de América. Esta museo fue inaugurado el 12 de octubre de ese año.
Durando algún tiempo a finales del siglo XX fue sede de la Federación Cordobesa de Ajedrez.
LEYENDA.
Cuenta una vieja leyenda, que al pie de la torre esconde en su interior un gran tesoro de monedas de oro: áureos que acuñaron los romanos, dinares labrados en Medina Azahara, doblas con textos coránico y cristiano. ágatas, amatistas y muchísimas cosas preciosas, que están esperando que un caballero cordobés hermoso y valiente pase a galope en su caballo bajo el arco de la torre, y lea la inscripción que mando poner en ella el rey al finalizar su construcción : "En el nombre de Dios, porque los buenos fechos de los Reyes no se olviden, esta torre mando faces el muy poderoso Rey Don Henrique."
En cuanto pase el caballero se abrirá la puerta oculta en la base de la torre, saldrá de ella un paje, encantado allí desde el siglo XV y entregará el valiosisímo tesoro al caballero.
Hasta ahora nadie lo ha intentado, por lo que el tesoro sigue oculto y esperando a un cordobés, aunque sea montado en un caballo de madera, que se atreva a intentarlo, pero ya va a ser difícil pues el paso del tiempo ha oscurecido la inscripción hasta hacer imposible leerla.
Datos de "Córdoba, encrucijada de Culturas".
martes, 10 de diciembre de 2013
PASEOS POR CORDOBA
BARRIO DE LA MAGDALENA
EL HOSPITAL DE SAN BARTOLOMÉ Y SANTA MARÍA MAGDALENA
Siendo Obispo de Córdoba D.
Leopoldo de Austria, vino a esta ciudad el venerable Juan de Avila, a
quien sus virtudes, saber y dotes de oratorias, le valieron el
dictado de Apóstol de Andalucía: predico en varias iglesias, entre
ellas la Catedral, recogiendo tan copioso fruto, que fueron
innumerables las confesiones generales hechas por los cordobeses,
ademas de otras porción de actos enumerados en sus obras y en los
Casos raros de Córdoba. Muchos sacerdotes se declararon sus
discípulos y otras personas se entregaron con gozo a su dirección.
En este tiempo los tejedores de paños trataron de asociarse, y aquel
sabio varón les aconsejo la fundación de un hospital, para el
socorro de tantos enfermos desvalidos; prevaleció su opinión y a
seguida fundaron el hospital de San Bartolome y Santa María
Magdalena, detrás de la parroquia de este mismo titulo: dando un
real por cada pieza de paño que tejían, llegaron a reunir un fondo
suficiente a comprar terrenos mas espaciosos y apropósito, como lo
era el edificio que luego construyeron en la calle de Alcolea; en
esto se les unió Pedro Fernandez de Valenzuela, quien aparece como
fundador, por lo que fueron patronos de esta casa los Señores
Montesinos, a los que como ofrenda había de regalarseles todos los
años un cubierto de plata. Edificose el nuevo hospital e iglesia,
diciéndose en ella la primera misa en el año 1557, época en que
dedicaron aquel a la curación del venéreo, ya muy generalizado, y
se le dijo San Bartolome de las Bubas para distinguirlo de otros de
igual advocación. Falto de reglas, extraviadas con otros muchos
papeles, el hermano mayor Lic. Adres Muño< de los Reyes, de
acuerdo con el Rector de la ;Magdalena Lic. Alonso Ponce de la Rosa,
en la tarde del día 17 de Agosto de 1670, reunieron a los cofrades y
redactaron unos estatutos que fueron aprobados en 4 de Septiembre
siguiente por el Obispo D. Francisco de Alarcon y su Previsor D.
Pedro de Armenta, observándose con gran cuidado durante muchos años.
No sabemos cuando ni por que cambio su instituto, y últimamente solo
se abría en cierta época del año, con veinte camas para la
curación de intermitentes, hasta que en 1842 la junta de
Beneficencia se hizo cargo de el incorporándolo al hospital de
Crónicos o del Smo. Cristo de la Misericordia.
El edificio estuvo arrendado, y en
1841 se destino a Escuela Normal de maestros; después ésta paso a
Anton Cabrera y volvió a arrendarlo, y por ultimo en 1860 fue
denunciado por ruinoso y el Ayuntamiento, a propuesta de su
presidente D. Carlos Ramirez de Arellano, lo compro, derribandolo en
1861 y dejando la plaza que llena su nombre.
Su iglesia tenia una portada modesta
muy sujeta a las reglas de arquitectura: formaba su interior una nave
capaz, y el frente de ocupaba el retablo que hoy esta en el altar
mayor de la iglesia de la Casa de Expósitos; estaba pintado de
encarnado con adornos de oro, teniendo en el centro la imagen del
titular, que ya hemos dicho está en la Magdalena, y por cima un gran
cuadro que representa a Santa María Magdalena, y es al parecer de
algún mérito. En otros altares estaba la Virgen de los Remedios,
con cofradía, y una Concepción, que también están en la expresada
parroquia, y la que sacaba el rosario tres veces en semana, la Virgen
de los Dolores, y al final, en una pequeña capilla, un Crucifijo al
fresco, de muy mala mano. En este lugar de la iglesia, fue enterrado
el fundador Pedro Fernandez de Valenzuela, con una lápida
expresandolo, y en 13 de Septiembre de 1655 inhumaron también allí
el cadáver del Lic. Juan Muñoz de la Cruz. Con un epitafio en su
loor, redactado por el escritor cordobés Li. Pedro Diaz de Rivas.
La hermandad de San Bartolomé hacia
fiestas a su titular, y en un principio procesiones para llevar
comida y ropas a los enfermos. En el día del santo se celebraban en
la calle una velada muy concurrida, que trasladada después a la
plazuela de la Magdalena, ha perdido toda su importancia y puede
considerarse suprimida.
En las grandes epidemias de 1601 y
16549 y 50, este hospital fue utilísimo: se estableció en el la
botica para los enfermos y el depósito de leña, ropas y demás, tan
necesario en aquellas tristes circunstancias.
En esta iglesia estuvo establecida muchos años una de las asociaciones que con el título de Escuelas de Cristo, hubo en esta ciudad. Allí hacían sus ejercicios religiosos y contribuían en lo posible al sostenimiento de las iglesias donde recidian. A esta de San Bartolomé, pertenecieron muchas personas de vida ejemplar; así hemos visto escritas y existen en un tomo de papeles varios de la Biblioteca provincial, la necrología o carta vida del hermano Diego Arevalo, hijo de una humilde familia del barrio de San Lorenzo, donde fue bautizado: dedicado a las faenas del campo dio grandes muestras de virtuoso,entrando en la Escuela de Cristo de San Bartolome, en cuyo hospital se dedico a la asistencia de enfermos, llegando a adquirir tal fama de santidad, que todos lo miraron con el mas respetuoso afecto, hasta Octubre de 1757 en que ocurrió su fallecimiento. El otro a que nos referimos es el Bachiller D. Cristobal Crespo; gano por oposición la rectoral de San Pedro, y luego por sus grandes virtudes, lo eligió el Obispo para director del colegio de Niñas huérfanas de la Piedad. En los tres cargos desempeñados por este virtuoso sacerdote, dio pruebas de sus sentimientos piadosos y del esmero con que acudía a el alivio de sus semejantes sumidos en la desgracia. Murió en Noviembre de 1751, a los sesenta y siete años de su edad, de resultas de haberse quebrado una pierna.
En la vida de San Alvaro, se hace
mención de un panadero vecino del hospital de San Bartolomé,
acometido de una horrible lepra, el cual abandonado de todos, se
marchó a la cueva de aquel santo, donde a los dos o tres días quedó
completamente bueno.
De Ramirez de Arellano
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