CÓRDOBA EN EL ALMA
La testarudez de la mujer Cordobesa
Es un poco cierto, que las cordobesas tenemos fama de ser un poco tozudas, o cabezonas.
Tal vez por llevar en nuestras venas el matriarcado de antaño, donde, a pesar de ser el hombre el cabeza de familia, la mujer siempre fue la encargada de dirigir su casa con mano constante e incluso dura, quedándose con el beneplácito de todo aquello relacionado con la vida social, educación de los hijos e incluso "casorios" de estos.
Para prueba la madre de uno de nuestros toreros mas famosos don Manuel Rodriguez Sánchez "Manolete", cuya madre, Doña Angustias, ¡De armas tomar! nadie le parecía buena para ser la
que llevara a "su niño" al altar. Así que el torero murió a manos de islero y solterito.
Pero lo que os quiero contar no tiene nada que ver con toreros ni con toros, os quiero comentar una anécdota de la fama de una cordobesa que su cabezonería a traído la leyenda hasta nuestros días.
Se llamaba Doña María Cea.
Esta señora de familia acaudalada tuvo multitud de disputas con todo el mundo ¡ las mas veces sin razón!.
Pero que defendía a capa y espada hasta el final.
Doña María era dueña de un cortijo llamado Teba, donde mandó hacer un pozo en la mas alto de un cerro para tenerlo la mas cerca posible de la casa, sin hacer caso de hermanos, encargados, manigeros o peritos que le decían que mejor hacerlo a la bajada del cerro, ya que era difícil encontrar agua en un punto tan alto y mucho mas fácil , a la falda del cerro.
Haciendo caso omiso de todos aquellos que la aconsejaban, hizo el pozo donde ella dijo, siendo el pozo mas profundo del término de Córdoba.
Esta señora, también poseía huertas, y en una de ellas tenia un gran número de moreras, por las que le exigían el pago del diezmo, a lo cual se negó obstinadamente, sosteniendo un costoso pleito que perdió, con la chancilleria de Granada, en cuyo lugar tenía un encargado que inmediatamente supiera la decisión de la audiencia, marchara para Córdoba para darle la noticia.
Así lo hizo el pobre hombre, y en nada que llegó con la noticia, mandó arrancar las moreras y sembrar de verde todo el terreno. De modo que cuando le notificaron oficialmente la decisión, emprendió un segundo y disparatado pleito, negando que existieran las moreras.
Ni que decir que doña María perdió, teniendo que pagar todas las costas. A lo que ella decía que prefería mil veces pagar costas que una vez el diezmo.
¡¡ Y es que cabezona.... mas que una mula torda!!
(Del blog Ozu que calo).
(Doy fe de que la mujer cordobesa en muyy cabezona, jajajaja.)
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