Códice Siríaco de la biblioteca del Sinaí |
LA VIDA CRISTIANA SE NUTRE DE LA "PALABRA"
La palabra de Jesús tiene una fuerza que arrastra. Es un hecho real y constatado. Dios, a través de la nueva revelación, nos ha manifestado quién es él y qué quiere de nosotros. Toda la espiritualidad cristiana tiene que nutrirse de esta fuente central que brota de la persona del Verbo encarnado, Nuestro Señor Jesucristo.
La constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II ha expuesto cuanto toca a la Revelación misma, a su transmisión, a su naturaleza divina, en uno y otro Testamentos; y sobre todo ha puntualizado cuál es el papel de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. Así, en el nº 25, recomienda a todos su asidua lectura, para que aprendan "el sublime conocimiento de Cristo" . Ya san Jerónimo "advertía que el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo".
Esta es mi palabra |
El Concilio señala las diferentes formas con que podemos acercarnos a la misma Sagrada Escritura, como la lectura espiritual y las constituciones de estudio. Pero sobre todo recomienda la oración como el mejor auxiliar del estudio o lectura de la Sagrada Escritura, citando a este fin palabras de san Ambrosio; "con Él hablamos cuando oramos y a Él le oímos cuando leemos las palabras divinas".
La Constitución sobre la Divina Revelación y la de la Sagrada Liturgia instan a un amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura. A los obispos y sacerdotes en particular, en el Cbristus Dominus y Presbiterorum Ordinis, se les pide que fundamenten su predicación en la Sagrada Escritura. A los religiosos, el Perfectae Charitatis les pide una formación espiritual que implique el estudio de la Sagrada Escritura. A los laicos, la Apostolicam Actuositatem, nº 32, les habla de los medios de formación para el apostolado: congresos, ejercicios espirituales, asambleas, conferencias, libros, comentarios, ordenado todos lograr un conocimiento mas profundo de la Sagrada Escritura.
A raíz de esta doctrina conciliar, difícilmente puede hallarse hoy de un autentico cristiano que no se interese por la lectura, estudio y reflexión-meditación de la Sagrada Escritura. Este fin persiguen institutos de Biblia a distancia, cursillos en Tierra Santa, publicaciones y el número creciente de estudiosos y de escriturístas prestigiosos.
El interés que provoca en los peregrinos la escucha de la palabra ambientada en Palestina, impulsa a muchos a acudir luego a una mas frecuente "lectio divina". Acertada decisión, porque "En los sagrado libros, el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos".
Viene a cuento la recomendación de Pablo a su querido discípulo Timoteo: ..."Pero tú permanece en lo que has aprendido y te ha sido confiado, considerando de quienes lo aprendiste, y porque desde la infancia conoces las Letras Sagradas, que pueden instruiste en orden a la salud por la fe en Jesucristo.Pues toda Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir,
para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y consumado en toda obra buena.
Leyendo la Biblia en comunidad |
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