CRISTOBAL COLÓN EN CÓRDOBA
Beatriz Enriquez una cordobesa
amante de Cristobal Colón y madre de su hijo. (Hay una calle que la
conmemora en la barriada de la Huerta de la Reina.)
La vida de Beatriz siempre ha estado
envuelta en un halo de misterio. Desde no llevar los apellidos del
padre, hasta el no saber por qué Cristobal Colón jamás se caso con
ella, a pesar de haberle dado un hijo. Tal vez por temor del
Almirante a ser blanco de las sospechas de la inquisición por
tratarse de una familia de cristianos nuevos.
Beatriz Enriquez y Colon en su casa de Córdoba |
El padre de Beatriz se llamaba Pedro
Torquemada, apellido famoso en los anales de la Inquisición, y su
madre Ana Núñez de Arana. Procedían de una familia de conversos
que había dado a la Iglesia española al ilustre Cardenal de San
Sixto, Don Juan de Torquemada, de quien era pariente por cierto, el
famoso Inquisidor.
Desde luego, basta este argumento
para pensar que el padre de Beatriz perteneciese a esa familia, y así
se hace mas importante la hipótesis que dice que Doña Beatriz era
de una familia conversa. El primer síntoma y quizás el mas
significativo del ambiente converso en que todo este episodio ocurre,
en la deliberada supresión del nombre del padre de Beatriz y de su
hermano Pedro.
Por frecuente que fuese en aquellos
días el que los hijos de una familia escogiesen cada cual un
apellido distinto no lo era el que “ninguno” de ellos siguiese el
paterno. Parece darse aquí cierta “repugnancia” el adoptar el
nombre del sanguinario perseguidor de los conversos.
Doña Beatriz, pertenecía a una
familia de labradores, debió de nacer hacia 1467. tras la muerte
prematura de sus padres, permaneció junto a su hermano Pedro, bajo
la tutela de la abuela materna Leonor Nuñez y su tía de nombre
Mayor Enríquez, hasta que unos años después, fallecidas estas, fue tutor de Beatriz su tío Rodrigo Enríquez de Arana, lagarero de
profesión y propietario en Santa María de Trassierra, y que vivía
en la collación de Santo Domingo en Córdoba.
Los Aranas tenían un cierto nivel
social que se refleja en el hecho de que Beatriz supiera leer y
escribir, circunstancia bastante infrecuente en la época.
De su tutor Rodrigo se dice que fue
una persona de vida desordenada a juzgar por la documentación
referida a él que se ha conservado, nos lo presenta haciendo frente
a continuas deudas. Y es por eso que tal vez, doña Beatriz se
emancipase tan pronto como pudiera de su tío, con el que al parecer,
no mantenía buenas relaciones.
Lo mas probable es que Beatriz
frecuentara la casa de unos parientes existentes en la ciudad, con
los que entraría en contacto con el recién llegado Cristobal Colón,
alrededor del año 1487. Fue entonces cuando esta hermosa,
inteligente y culta mujer sucumbió a la tentación y se enredó en
amores con el misterioso aventurero, seducida por una mezcla de
fascinación y sueño de grandeza. Parece que no hay duda de que
Colón, que pasaba de la treintena, se enamoró de la joven que le
hizo “más llevadera y agradable” su estancia en Córdoba. En
tanto su proyecto era definitivamente asumido por la Corona. Se
desconoce la edad que contaba la cordobesa cuando inició su relación
amorosa con Colón; aunque algunos autores dicen que era una joven de
unos dieciséis años. fruto de esta relación fue el nacimiento en
agosto de 1488,de un hijo que se llamaría Hernando por expreso deseo
del padre, y en honor del Rey Católico.
Monumento a Colon con los Reyes Católicos en el Alcázar de Córdoba |
Firmadas las Capitulaciones de Santa
Fe en abril de 1492, partió Colón para realizar su ansiado viaje
del descubrimiento, llevando consigo a Diego Arana primo de Beatriz,
y dejando instrucciones para que su primogénito Diego Colón fuera
confiado a Beatriz Enriquez.
El regreso de esta expedición marcó
el final de toda relación entre Beatriz y el navegante. Nadie puede
decir lo que paso entre la pareja, pero lo cierto es que Cristobal
Colón le recogió sus dos hijos ( Diego y Hernando ), que en
adelante quedarían en la corte en calidad de pajes del príncipe Don
Juan.
A modo de compensación de la deuda
moral contraída con ella, Colón le asigno una pensión de 10.000
maravedis anuales en 1493 y otra igual en 1502. Tres años después,
al morir Colón, le dejó su fortuna y encomendó a Beatriz a su hijo
primogénito Diego, a fin de que le asegurara rentas que le
permitieran llevar una vida desahogada.
Aunque se desconoce la fecha del
fallecimiento de Doña Beatriz, le sobrevivió a Colón en mas de
quince años, así lo prueban algunas escrituras que atestiguan las
dificultades económicas a que tuvo que hacer frente; y es que al
retraso en el pago de las mencionadas rentas se sumaba el total
desamparo en que la tenia su hijo, que siempre expreso hacia ella un
desapego extremo. Ella sin embargo, prefirió vivir casi en la
indigencia y nunca reclamó su herencia que el padre de su hijo le
dejó.
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