viernes, 10 de octubre de 2014

CÓRDOBA EN EL ALMA

CRISTOBAL COLÓN EN CÓRDOBA



Beatriz Enriquez una cordobesa amante de Cristobal Colón y madre de su hijo. (Hay una calle que la conmemora en la barriada de la Huerta de la Reina.)

La vida de Beatriz siempre ha estado envuelta en un halo de misterio. Desde no llevar los apellidos del padre, hasta el no saber por qué Cristobal Colón jamás se caso con ella, a pesar de haberle dado un hijo. Tal vez por temor del Almirante a ser blanco de las sospechas de la inquisición por tratarse de una familia de cristianos nuevos.

Beatriz Enriquez y Colon en su casa de Córdoba
El padre de Beatriz se llamaba Pedro Torquemada, apellido famoso en los anales de la Inquisición, y su madre Ana Núñez de Arana. Procedían de una familia de conversos que había dado a la Iglesia española al ilustre Cardenal de San Sixto, Don Juan de Torquemada, de quien era pariente por cierto, el famoso Inquisidor.

Desde luego, basta este argumento para pensar que el padre de Beatriz perteneciese a esa familia, y así se hace mas importante la hipótesis que dice que Doña Beatriz era de una familia conversa. El primer síntoma y quizás el mas significativo del ambiente converso en que todo este episodio ocurre, en la deliberada supresión del nombre del padre de Beatriz y de su hermano Pedro.

Por frecuente que fuese en aquellos días el que los hijos de una familia escogiesen cada cual un apellido distinto no lo era el que “ninguno” de ellos siguiese el paterno. Parece darse aquí cierta “repugnancia” el adoptar el nombre del sanguinario perseguidor de los conversos.

Doña Beatriz, pertenecía a una familia de labradores, debió de nacer hacia 1467. tras la muerte prematura de sus padres, permaneció junto a su hermano Pedro, bajo la tutela de la abuela materna Leonor Nuñez y su tía de nombre Mayor Enríquez, hasta que unos años después, fallecidas estas, fue tutor de Beatriz su tío Rodrigo Enríquez de Arana, lagarero de profesión y propietario en Santa María de Trassierra, y que vivía en la collación de Santo Domingo en Córdoba.

Los Aranas tenían un cierto nivel social que se refleja en el hecho de que Beatriz supiera leer y escribir, circunstancia bastante infrecuente en la época.

De su tutor Rodrigo se dice que fue una persona de vida desordenada a juzgar por la documentación referida a él que se ha conservado, nos lo presenta haciendo frente a continuas deudas. Y es por eso que tal vez, doña Beatriz se emancipase tan pronto como pudiera de su tío, con el que al parecer, no mantenía buenas relaciones.

Lo mas probable es que Beatriz frecuentara la casa de unos parientes existentes en la ciudad, con los que entraría en contacto con el recién llegado Cristobal Colón, alrededor del año 1487. Fue entonces cuando esta hermosa, inteligente y culta mujer sucumbió a la tentación y se enredó en amores con el misterioso aventurero, seducida por una mezcla de fascinación y sueño de grandeza. Parece que no hay duda de que Colón, que pasaba de la treintena, se enamoró de la joven que le hizo “más llevadera y agradable” su estancia en Córdoba. En tanto su proyecto era definitivamente asumido por la Corona. Se desconoce la edad que contaba la cordobesa cuando inició su relación amorosa con Colón; aunque algunos autores dicen que era una joven de unos dieciséis años. fruto de esta relación fue el nacimiento en agosto de 1488,de un hijo que se llamaría Hernando por expreso deseo del padre, y en honor del Rey Católico.
Monumento a Colon con los Reyes Católicos en el Alcázar de Córdoba  

Firmadas las Capitulaciones de Santa Fe en abril de 1492, partió Colón para realizar su ansiado viaje del descubrimiento, llevando consigo a Diego Arana primo de Beatriz, y dejando instrucciones para que su primogénito Diego Colón fuera confiado a Beatriz Enriquez.

El regreso de esta expedición marcó el final de toda relación entre Beatriz y el navegante. Nadie puede decir lo que paso entre la pareja, pero lo cierto es que Cristobal Colón le recogió sus dos hijos ( Diego y Hernando ), que en adelante quedarían en la corte en calidad de pajes del príncipe Don Juan.

A modo de compensación de la deuda moral contraída con ella, Colón le asigno una pensión de 10.000 maravedis anuales en 1493 y otra igual en 1502. Tres años después, al morir Colón, le dejó su fortuna y encomendó a Beatriz a su hijo primogénito Diego, a fin de que le asegurara rentas que le permitieran llevar una vida desahogada.

Aunque se desconoce la fecha del fallecimiento de Doña Beatriz, le sobrevivió a Colón en mas de quince años, así lo prueban algunas escrituras que atestiguan las dificultades económicas a que tuvo que hacer frente; y es que al retraso en el pago de las mencionadas rentas se sumaba el total desamparo en que la tenia su hijo, que siempre expreso hacia ella un desapego extremo. Ella sin embargo, prefirió vivir casi en la indigencia y nunca reclamó su herencia que el padre de su hijo le dejó.




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