sábado, 4 de octubre de 2014

LEYENDAS Y CURIOSIDADES DE CÓRDOBA

LEYENDA DEL PALACIO DE LOS VILLALONES EN LA PLAZA DE ORIBE O CASA DEL CORREGIDOR DE LA CASACA BLANCA

Un bello edificio de estilo renacentista, donde se sitúa



 una de las leyendas mas conocidas en la ciudad de Córdoba.

En este palacio vivía Don Carlos de Unciel y Guimbarda, corregidor de la ciudad, era viudo y tenia una hija, lista, hermosa y obediente, llamada Blanca que nunca salia sola de casa, siempre lo hacia acompañada de su dueña o de su padre.

Con motivo de la feria de la Fuensanta padre e hija, que ya tenia 17 años, fueron hasta el santuario para tomar las aguas milagrosas del pocito y rezarle a la Virgen. En el camino se les acerco una gitana harapienta de supuesto aspecto con la intención de leerle el futuro a Blanca, la joven le demostró su repugnancia y Don Carlos temiendo un disgusto de su hija, rechazo con energía a la gitana que al quedar desairada farfullo entre dientes:

Ellos pagaran su orgullo con raudales de llanto que la pena les hará verter,”

Nadie hizo caso de aquellas palabras que creyeron dichas por su mala educación, y volvieron a su casa como si nada hubiese pasado.

Pasados tres o cuatro años, llamaron a la puerta de la casa a altas horas de la noche unos judíos que venían a quejarse al Corregidor porque nadie les daba posada, pedían que el les diera cobijo aquella noche aunque fuera en el portal de su casa, consintió Don Carlos, y la criada que había abierto la puerta le comento a Blanca lo extraño que le parecieron aquellos huéspedes. La curiosidad las empujo a espiarlos por el ojo de la cerradura, y cual seria su sorpresa cuando vieron que sentados en corro, leían atentamente un libro a la luz de una vela amarilla y que ademas uno de ellos pasaba muy deprisa las cuentas de un gran rosario que llevaba al cuello. Se oyó un ruido profundo y rora, el suelo se abrió y dejo a la vista una hermosisima escalera de mármol por la que bajaron los huéspedes, que al cabo de un rato volvieron a subir a subir acompañados de un joven que traía en las manos un cofre lleno de alhajas. El desventurado joven, que haba sido enterrado en vida con sus riquezas, les suplico que lo llevaran con ellos, hizo promesas y juramentos que de nada le sirvieron, le obligaron a bajar de nuevo la escalera. Inmediatamente apagaron la vela con la que se alumbraban y al desaparecer la luz, desapareció también el hoyo que se había abierto en el suelo, todo quedo como si nada hubiese sucedido.

A la mañana siguiente los judíos dieron las gracias al Corregidor por la generosidad con que los había hospedado y se marcharon.

Tanto Blanca como su dueña ardían en deseos de conocer el misterio de aquel joven que permanecía prisionero bajo tierra con su fabuloso tesoro, miraron con atención todas las rendijas, oquedades y fisuras del suelo del portal y nada raro advirtieron, hasta que la dueña vio esparcidas numerosas gotas de cera desprendidas de la vela encendida por los judíos. Las recogieron con cuidado todas y formaron una vela.

Esperaron que llegara la noche, y cuando todos descansaban bajaron al portal y encendieron la vela.

Inmediatamente se bario el suelo dejando ver la escalera, por la que bajaron las dos con sigilo esperando encontrar al muchacho y los tesoros, pero no encontraron el menor rastro. Cuando la dueña vio que la vela se consumía echaron a correr hacia la salida, salio la doncella, se apago la vela, se cerro el suelo y Blanca quedo sepultada. La dueña empezó a gritar, ante tal escándalo acudieron el Corregidor y todos los criados, que no salían de su asombro ante lo sucedido.
Llamaban a Blanca que respondía con acento de dolor. El Corregidor hizo cientos de excavaciones, todas inútiles. Don Carlos paso el resto de su vida llorando la perdida de su querida hija.

Desde entonces se oyen ruidos extraños, llantos lastimeros, susurros, y una sombra misteriosa recorre por la noche toda la casa, es Blanca que aun vaga por ella.

En la fachada del palacio, sobre la puerta, se encuentra tallado en la piedra, un medallón que representa a una mujer con los brazos abiertos.

¿Sera el mudo recuerdo a la desaparición de Doña Blanca?






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