miércoles, 11 de mayo de 2016

PERSONAS FAMOSAS QUE HAN VIVIDO EN CÓRDOBA



DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ

Fray Diego José de Cádiz o Beato Diego José de Cádiz. ( José Francisco López-Caamaño y García Pérez, (Ubrique, Cádiz , 30 de marzo de 1743 – Ronda, Málaga, 24 de marzo de 1801), Fraile capuchino, asceta y orador español.
Estatua del Beato Diego en Cádiz

FORMACIÓN

De familia ilustre, se quedó huérfano de madre a los 9 años. Empezó sus estudios de gramática en Grazalema (Cádiz), donde se fue a vivir su padre y a los doce años estudió Lógica y Metafísica en el convento de los PP. Dominicos de Ronda (Málaga), José Francisco se impuso esta triple meta: capuchino, misionero y santo. Fue admitido al noviciado de los Hermanos Menores Capuchinos de Sevilla, donde profeso el 31 de Marzo de 1759.

Siguiendo la costumbre de los misioneros capuchinos de cambiar el nombre al terminar el noviciado y reemplazar su apellido con el de su pueblo natal, tomo el nombre de Diego José de Cádiz con el que fue conocido posteriormente. Los capuchinos, caracterizados por su luenga barba, se consideraban a si mismo como la rama mas espiritual de la familia franciscana y al mismo tiempo como “los frailes del pueblo”.

Divina Pastora version corregida
Los Hermanos Menores usan un hábito marrón de estameña con una cuerda anudada (como todos los franciscanos), pero la diferencia principal con los otros dos grupos es que llevan una capucha unida a la túnica (de acuerdo a la forma del hábito original que usaba San Francisco) y es mas larga comparada con la de las otras ramas. A comienzos del siglo XVIII (1703) el capuchino Fray Isidoro de Sevilla, quiso dotar de un carisma sencillo y rústico a su orden para diferenciarla de las otras ramas del franciscanismo. A tal efecto, la Virgen se le apareció mientras oraba en el coro bajo del convento. Se encontraba vestida de pastora de la época, con su cayado y rodeada de ganado ovino dándole la orden de que propagara por el mundo esta visión, lo que hizo que el fraile dedicara a partir de este momento todos sus esfuerzos por difundir la devoción al novedoso atuendo y advocación de Divina Pastora de las Almas. Desde la ciudad de Sevilla, la imagen de la Divina Pastora (primero pintada según encargo al renombrado artista Alonso Miguel de Tovar y mas tarde tallada) se extendió por toda la orden capuchina y por toda la geografía andaluza. Fray Isidoro de Sevilla inicialmente representó a Cristo en un cordero que acaricia la mano de la Virgen, pero una bula de Pío VI en el año 1795 decretaba a María como Madre del Buen Pastor por lo que a partir de esa fecha fue representada con su hijo al lado en el gesto de ayudarla al cuidado del redil. El Beato Fray Diego José de Cádiz, que profeso en dicho convento sevillano, está considerado como el gran apóstol de la Divina Pastora. Mereciendo ser llamado “el segundo padre de la devoción.

Después de siete años, en los que realizó sus estudios filosóficos y teológicos fue ordenado sacerdote en Carmona (Sevilla), a los 23 años de edad. En el convento de capuchinos de Ubrique (Cádiz) aprendió el ministerio de la palabra.

Predicador y misionero.

La predicación fue la actividad especifica y privilegiada de los Capuchinos desde sus comienzos. Las misiones populares estaban constituidas por grupos de 6 o 7 predicadores que recorrían los pueblos evangelizando a los fieles, aunque en ocasiones los misioneros alcanzaron un número superior, hasta 40 y mas. Si la iglesia era pequeña se instalaba el púlpito en la plaza y los predicadores se turnaban. El principal objetivo de las misiones era provocar entre los habitantes de los lugares visitados una convulsión de las conciencias (catarsis) que compensase la insatisfactoria
atención y la rutina de los curas de parroquia.

La Misión supone una retórica basada en técnicas estudiadas de los predicadores, desde la aproximación conjunta al lugar de misión, su entrada estruendosa al anochecer y la utilización creciente de los resortes destinados a movilizar el sentimiento de culpa de los creyentes hasta la apoteosis del “asalto general”, que marca la sumisión colectiva del pueblo a las prácticas religiosas de las que se había apartado o que cumplía sólo de forma aparente. Para hacer más duraderos los frutos de la misión, los capuchinos añadían al ministerio de la palabra la práctica de la oración mental, la celebración de las Cuarenta Horas , el Via Crucis, los Montes de Piedad, y el canto del Rosario de la Aurora. De esta manera el fondo de la religión, la creencia, era absorbido por las prácticas piadosas y el culto exterior.

Con esta preparación, y dotado de tales cualidades para la oratoria, Fr. Diego José dio comienzo en 1771 a las misiones itinerantes populares capuchinas encaminadas sobre todo a la reforma de las costumbres, con tales energías apostólicas, que se le llegó a llamar el segundo San Pablo. Nunca viajo fuera de España ni aprendió idioma alguno pero en los primeros diez años no hubo población importante que no escuchase su voz. Recorrió durante su vida prácticamente toda la geografía española. No es posible reducir en tan breve síntesis la labor de este apóstol capuchino que, siempre a pie, recorrió innumerables veces Andalucia entera en todas direcciones; que se dirigió después a Aranjuez y Madrid, sin dejar de misionar a su paso por los pueblos de la Mancha y de Toledo; que emprendió mas tarde un largo viaje desde Ronda gasta Barcelona, predicando a la ida por Castilla la Nueva y Aragón, y a la vuelta por todo Levante; que salió, aunque ya enfermo, de Sevilla y, atravesado Extremadura y Portugal, llegó hasta Galicia y Asturias, regresando por León y Salamanca. También fue canónigo en Motril y en mayo de 1787 lo nombraron socio honorario de su Real Sociedad Patriótica de Amantes del País de Motril.

En el siglo XVIII la cultura española se debatía entre el mantenimiento del monopolio de la Iglesia y los principios del saber científico, que representaba la Ilustración. Una muestra del aletargamiento cultural del XVIII puede ser que el catedrático de matemáticas de la Universidad de Salamanca fuera un personaje tan estrafalario como el visionario Diego de Torres y Villarroel.

En este ambiente oscurantista Fr, Diego José se movía como pez en el agua y pronto adquirió un gran predicamento. He aquí lo que decía de él un contemporáneo suyo:

“ En el acto de contrición, y con el Crucifijo en las manos, es irresistible.
Las acciones expresivas de su cuerpo y rostro; los abrazos con el señor,
aquel levantarlo y mirarlo tiernamente; aquellos coloquios tan dulces con
que desahoga el amor que internamente le abrasa, no hay con qué compararlos”.

En Sevilla se le permitió usar el púlpito que se encuentra en el Patio de los Naranjos de la Catedral, donde solo había predicado San Vicente Ferrer, San Francisco de Borja y el Venerable Maestro Juan de Ávila. Fue nombrado calificador de la Suprema por el Inquisidor General. Asimismo fue nombrado teólogo, examinador sinodal y canónigo en numerosas diócesis de todo el país. La Universidad de Granada le confirió en 1779 los grados de maestro en Artes y Doctor en Teología y Cánones.

FRAY DIEGO JOSÉ Y LA CIUDAD DE CÁDIZ

Cádiz lo eligió como su capellán, con asiento preeminente y decretó, para memoria de su misión en la ciudad (1776), colocar un cuadro de la Beatísima Trinidad en la plaza de San Antonio en el mismo sitio donde predicaba. También puso su retrato en la sala Capitular, dándole anualmente 50 ducados de limosna.

Relicario del Beato en la Catedral de Cádiz
Sus hagiógrafos cuentan tres milagros de Fr. Diego realizados en Cádiz. Pasando por la Catedral, cayó un albañil del andamio, y Fr. Diego extendió su mano deslizándose suavemente el cuerpo hasta caer el suelo sin hacerse daño. En otra ocasión, en la misma plaza paso junto a él un sacerdote que iba a administrar el viático a un enfermo y Fr. Diego no se quito la capucha. Le llamo la atención un acólito, a lo que contesto Fr. Diego: “Dile al padre que el copón está vacío” lo cual se comprobó seguidamente. Predicando en la plaza de San Antonio, comenzó a llover en toda la ciudad menos en la referida plaza.

Murió en Ronda (Málaga) el 24 de marzo de 1801, a los 58 años, víctima del vómito negro, después de 32 años de intensa vida misionera, dejando numerosos escritos y cartas espirituales. Se conservan unos 3.000 sermones suyos.

El Papa León XIII lo beatifico en 1894. La ciudad de Cádiz mostró mucho cariño y devoción a su único santo. El Sr. Obispo intentó adquirir la casa donde el Beato nació en la calle Bendición de Dios, para transformarla en una iglesia donde pudiera promoverse su culto y devoción. Una distinguida señora, Doña Cecilia del Cuvillo y de la Viesca, viuda de Rábaga fue quien la compro, y regalo al Sr. Obispo. Inmediatamente se empezaron las obras para la edificación de la capilla, que actualmente utiliza la Hermandad del Prendimiento. La capilla fue construida en 1910 por el arquitecto gaditano Manuel Cabrera Latorre. Es neogótica y se hizo sobre la casa natal del Beato Diego, pero respetando el cuarto donde nació, que esta justo detrás de la capilla.

También se dio su nombre a una calle y recientemente se le ha erigido una estatua en la Alameda. En la parroquia de San Antonio de Cádiz se conserva una silla de madera que usaba para predicar desde la torre.

Dentro de la catedral de Cádiz hay una capilla dedicada a Fray Diego José de Cádiz, de retablo neoplásico con la imagen del titular en tamaño natural, obra de Diego García Alonso (1890). Por haber sido hermano de la cofradía desde el 13 de abril de 1786, en la capilla del sagrario de la basílica de la Hermandad de Jesús del Gran Poder (Sevilla) hay una imagen del Beato Diego encargada en 1967 al famoso imaginero Antonio Castillo Lastrucci.

Cádiz tiene un Colegio Mayor universitario con el nombre de Beato Diego de Cádiz.







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