No
todos los personajes de esta Córdoba van a ser tiernos y
entrañables, hay de todo. Según la época en que vivimos quizás
estos sean los menos. Ha habido en esta ciudad bastantes personajes
siniestros, a lo largo de la historia. De este que comentaremos a
continuación, sabemos poco. ¿Un asesino?. ¿Una ejecución?. ¿Un
robo?. El móvil solo lo sabría el protagonista.
Local de la barberia en calle san Pablo |
Fue
uno de los sucesos que más impactó a los cordobeses, llegando a
tener difusión a nivel del país, fue sin duda el que se vino a
llamar el crimen de la calle San Pablo. Ocurrió en enero de 1943, en
una barbería que estaba ubicada en el número 6 de la calle San
Pablo, una vez pasado un bar que existía entonces, y antes de llegar
al constructor de guitarras. Durante un tiempo cuando pasaba por
allí, recordaba el lugar, y recuerdo que después hubo en él cuando
desapareció la barbería, un comercio de productos de cosmética.
El barbero Franc. Reyes. |
El
barbero propietario del establecimiento, se llamaba Francisco Reyes
Serroche, y tenia 53 años. Una tarde asesinó con una navaja barbera
a un cobrador del Banco Español de Crédito, D. Enrique Gallego
Gómez, robándole el dinero que portaba – unas veinte mil
pesetas – producto de unos cobros que había realizado en esa
tarde. Esa fue la versión oficial, sin que esto quiera indicar que
no hubiese otra.
Francisco
Reyes cerró la barbería y traslado el cuerpo del infortunado
cobrador a la trastienda. Con la mayor frialdad del mundo procedió a
descuartizarlo, con un serrucho, un gran cuchillo y un hocino, que
había adquirido previamente en una ferretería de la calle María
Cristina. Todas la tardes bajaba hacia la Ribera camino de su casa –
vivía en la plaza de la Fuensanta – con un pequeño paquete
envuelto con papel de periódico debajo del brazo, que contenía
parte del cuerpo del cobrador, para arrojarlo al río. La
desaparición del Sr. Gallego, dio pábulo a múltiples historias
misteriosas, entre las que destacaba, que pertenecía a una sociedad
secreta. La sociedad y el gobierno de la época, eran muy dados a
publicitar esas cosas. Que si la mano negra, que si la masonería,
que si ….. a colación de ello en la época se hablaba de , “una
confabulación marxista-judeo-masónica”, vamos una combinación
explosiva de ser cierta. Luego al paso del tiempo se ha constatado
que los masones no pasaron de ser una sociedad gremial, y comparados
con los citados gobernantes, unas hermanitas de la caridad. Los
marxistas luchaban por la restitución de la República. No se puede
decir lo mismo de los judíos, que por su hechos actuales conocemos ,
pero no se referían al actual gobierno de Israel, que aún no
existía, sino a los judíos bíblicos o a una identificación con el
pensamiento hitleriano que el régimen compartía.
La
policía dirigida por el comisario jefe Sr. Cortecero y el comisario
Tarodo, de la brigada criminal, secundados por los agentes Llamas,
Villarreal, Gálvez y Rivas, lograron esclarecer el caso. El 28 de
Enero llegaron sus pesquisas a feliz término con la detención del
presunto asesino, que paso a la Prisión Provincial. En la trastienda
de la barbería se encontraron unos bidones, todavía con restos
humanos que no le había dado tiempo a tirar. Decían los comentarios
del momento que la cabeza se le resistía, no había sido capaz de
tirarla aún. Los restos fueron trasladados al cementerio de la
Salud. Se ordeno una búsqueda por la zona del molino de Martos,
lugar donde dijo Francisco había arrojado los restos, pero no se
encontró nada. La fuerte corriente del rio los llevaría río abajo
o sus habitantes dieron cuente de ellos.
El
barbero fue juzgado el día 4 de febrero, por un consejo de Guerra ,
cuyo Tribunal presidio un coronel, que lo era del Regimiento de
Artillería, Sr. Aguilar Galindo ( luego le dieron nombre a una
calle), actuando como fiscal el de la Audiencia Sr. Mendieta, y
como defensor un Alférez de Infantería Sr. Guerrero Jurado. Fue
condenado a muerte y ejecutado días después. Tenía dos hijos.
La
prensa del momento no fue muy explicita con el trágico
acontecimiento – no se publicaron fotos del hecho -, y a
penas ocupó unas columnas en páginas interiores. Si se dio una
circunstancia casual curiosa , y a su vez también trágica. Cuando
el pelotón de fusilamiento regreso a su cuartel, al entrar uno de
los guardias en el dormitorio de solteros, recibió un balazo de otro
compañero que estaba limpiando el arma y se le disparo
accidentalmente, hecho que llego a la calle bastante tiempo después,
y del que no se hizo eco ningún medio informativo.
(Publicada
en www.callejadelasflores.org).
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