miércoles, 8 de junio de 2016

HISTORIAS Y LEYENDAS DE CÓRDOBA


EL BARBERO DE LA CALLE SAN PABLO

No todos los personajes de esta Córdoba van a ser tiernos y entrañables, hay de todo. Según la época en que vivimos quizás estos sean los menos. Ha habido en esta ciudad bastantes personajes siniestros, a lo largo de la historia. De este que comentaremos a continuación, sabemos poco. ¿Un asesino?. ¿Una ejecución?. ¿Un robo?. El móvil solo lo sabría el protagonista.
Local de la barberia en calle san Pablo

Fue uno de los sucesos que más impactó a los cordobeses, llegando a tener difusión a nivel del país, fue sin duda el que se vino a llamar el crimen de la calle San Pablo. Ocurrió en enero de 1943, en una barbería que estaba ubicada en el número 6 de la calle San Pablo, una vez pasado un bar que existía entonces, y antes de llegar al constructor de guitarras. Durante un tiempo cuando pasaba por allí, recordaba el lugar, y recuerdo que después hubo en él cuando desapareció la barbería, un comercio de productos de cosmética.

El barbero Franc. Reyes.
El barbero propietario del establecimiento, se llamaba Francisco Reyes Serroche, y tenia 53 años. Una tarde asesinó con una navaja barbera a un cobrador del Banco Español de Crédito, D. Enrique Gallego Gómez, robándole el dinero que portaba – unas veinte mil pesetas – producto de unos cobros que había realizado en esa tarde. Esa fue la versión oficial, sin que esto quiera indicar que no hubiese otra.

Francisco Reyes cerró la barbería y traslado el cuerpo del infortunado cobrador a la trastienda. Con la mayor frialdad del mundo procedió a descuartizarlo, con un serrucho, un gran cuchillo y un hocino, que había adquirido previamente en una ferretería de la calle María Cristina. Todas la tardes bajaba hacia la Ribera camino de su casa – vivía en la plaza de la Fuensanta – con un pequeño paquete envuelto con papel de periódico debajo del brazo, que contenía parte del cuerpo del cobrador, para arrojarlo al río. La desaparición del Sr. Gallego, dio pábulo a múltiples historias misteriosas, entre las que destacaba, que pertenecía a una sociedad secreta. La sociedad y el gobierno de la época, eran muy dados a publicitar esas cosas. Que si la mano negra, que si la masonería, que si ….. a colación de ello en la época se hablaba de , “una confabulación marxista-judeo-masónica”, vamos una combinación explosiva de ser cierta. Luego al paso del tiempo se ha constatado que los masones no pasaron de ser una sociedad gremial, y comparados con los citados gobernantes, unas hermanitas de la caridad. Los marxistas luchaban por la restitución de la República. No se puede decir lo mismo de los judíos, que por su hechos actuales conocemos , pero no se referían al actual gobierno de Israel, que aún no existía, sino a los judíos bíblicos o a una identificación con el pensamiento hitleriano que el régimen compartía.

La policía dirigida por el comisario jefe Sr. Cortecero y el comisario Tarodo, de la brigada criminal, secundados por los agentes Llamas, Villarreal, Gálvez y Rivas, lograron esclarecer el caso. El 28 de Enero llegaron sus pesquisas a feliz término con la detención del presunto asesino, que paso a la Prisión Provincial. En la trastienda de la barbería se encontraron unos bidones, todavía con restos humanos que no le había dado tiempo a tirar. Decían los comentarios del momento que la cabeza se le resistía, no había sido capaz de tirarla aún. Los restos fueron trasladados al cementerio de la Salud. Se ordeno una búsqueda por la zona del molino de Martos, lugar donde dijo Francisco había arrojado los restos, pero no se encontró nada. La fuerte corriente del rio los llevaría río abajo o sus habitantes dieron cuente de ellos.

El barbero fue juzgado el día 4 de febrero, por un consejo de Guerra , cuyo Tribunal presidio un coronel, que lo era del Regimiento de Artillería, Sr. Aguilar Galindo ( luego le dieron nombre a una calle), actuando como fiscal el de la Audiencia Sr. Mendieta, y como defensor un Alférez de Infantería Sr. Guerrero Jurado. Fue condenado a muerte y ejecutado días después. Tenía dos hijos.

La prensa del momento no fue muy explicita con el trágico acontecimiento – no se publicaron fotos del hecho -, y a penas ocupó unas columnas en páginas interiores. Si se dio una circunstancia casual curiosa , y a su vez también trágica. Cuando el pelotón de fusilamiento regreso a su cuartel, al entrar uno de los guardias en el dormitorio de solteros, recibió un balazo de otro compañero que estaba limpiando el arma y se le disparo accidentalmente, hecho que llego a la calle bastante tiempo después, y del que no se hizo eco ningún medio informativo.

(Publicada en www.callejadelasflores.org).


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