LA
TERNERA DESCABEZADA DE LA CALLE
DEL CAÑO
A la calle del Caño
se refiere una de las tradiciones más inverosímiles con que nos han
asustado cuando niños. Se decía que todas las noches, cuando la
gente estaba recogida, salía de aquel caño una ternerilla
descabezada que recorría el barrio dando bramidos; tanto que algunas
personas habían muerto de susto al oírla. Nos contaban que una
joven salió tan mala que dedicó su vida a las mayores
deshonestidades, al par que tenía a su madre el trato más
censurable, mal tratándola de palabras y obras, hasta que ésta un
día desesperada, le dijo que ojalá hubiera parido una bestia
cualquiera y no una hija tan infame, acompañando esto con tantas
blasfemias y maldiciones que la Providencia, queriendo castigar a
ambas, convirtió a la hija en ternera.
La madre en este
apuro, sin saber que hacerse, esperó a que aquella se durmiera y le
cortó la cabeza, arrojándola después en aquel caño, de donde
salía todas las noches a purgar lo mucho que había pecado durante
su corta vida. Algunos añaden que llevaba una túnica blanca, lo que
la hacía más imponente.
Tan ridícula
patraña debió caer en gracia, cuando aunque con diferente historia,
eran varias las ternerillas descabezadas que había en Córdoba,
puesto que tenemos noticias de tres, y creemos que aquel paso no iba
a quedar un agujero por donde no saliese alguna, y sin embargo de ser
un absurdo tan grande, estaba tan arraigada esta creencia que no hace
mucho tiempo nos contó un sereno de aquel distrito que al cantar la
hora en la calle del Caño oyó un aullido que le asustó,
acordándose de lo que le habían contado. Volviose atrás dos veces,
pero a la tercera, avergonzado de su miedo, siguió adelante
repitiendo la hora y oyendo el mismo aullido, hasta que cerca del
caño encontró un perro, en quien su voz hacía tal efecto que
enseguida aullaba, gracia que le costó la vida, porque el sereno de
coraje, lo atravesó con el chuzo.
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