miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS SANTOS VARONES DE LA MAGDALENA






LOS SANTOS VARONES






A espalda de todos los sagrario de Córdoba, al exterior del edificio, había una imagen o un signo indicando que tras aquel muro estaba el Sacramento: en su mayor parte desaparecieron en 1841, en virtud de una orden del jefe político D. Ángel Iznardi, persona distinguida por su ilustración y por el culto que rendía a las bellas letras, quien dispuso que se quitasen las muchas imágenes que había en todas las calles de Córdoba, y que tuvieron su razón de estar en publico cuando la devoción venia a suplir la falta de alumbrado; pero mas bien eran causa de irreverencias continuas que de la devoción de nuestros antepasados, aunque le tenían mas respeto y veneración que nosotros.



No sabemos que casualidad libro a un nicho con puertas, formado detrás del sagrario de la Magdalena y en el que se venera un alto relieve de yeso en colores, muy antiguo: representa el momento en que José de Arimatea y Nicodemus bajaron a Jesús de la cruz y lo colocaron en los brazos de su madre la Santísima Virgen. Aquellos vecinos le tienen gran devoción, y esta hace que continuamente se vea alumbrado con dos faroles y multitud de velas, y algunas veces adornado con ramos de fragantes y olorosas flores, y, ¿como no? Los Santos Varones, así generalmente llamados , son el bálsamo que cura sus dolores; en ellos cifran la esperanza de recobrar el bien perdido o alcanzar el anhelado, y los tienen convertidos en una especie de abogados, a quienes hacen novenas, consultándoles lo que saber desean. Es creencia muy arraigada, que durante el novenario y después de hecha la pregunta dictada por el deseo, en la conversación de los que casualmente están sentados en la plazuela o pasan por ella, se traduce la contestación y de aquí el que todos van contentos, pues cada cual de da a su gusto y la cambia después el sentido si su esperanza queda fallida. Una mujer conocemos a quien hace mas de quince años se le perdió un hijo, y rezando a los Santos Varones , oyó decir: “ ya lo veras”. Al principio creyó que pronto volvería, y ahora. que se reunirá con el en el cielo; con lo que corrobora aquel antiguo adagio que dice “que no se consuela el que no quiere.



De Ramirez de Arellano.




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