jueves, 27 de marzo de 2014

LEYENDAS Y CURIOSIDADES EN EL REINO DE CÓRDOBA

CÓRDOBA EN EL ALMA

HISTORIA DE LA CRUZ DEL CAUTIVO

La leyenda transcurre en tiempos de la Córdoba árabe. Había un cristiano que trabajaba en una huerta cercana a Córdoba. Este joven se enamoró de una bella joven árabe que iba a comprarle flores y frutas y le pidió que se casara con el. Ella aceptó y le prometió convertirse al cristianismo. La joven tenia un hermano con gran influencia en la corte y la noche en que se encaminaban al bautismo de esta, le salieron al paso unos esbirros del hermano, mataron a la joven y tiraron su cuerpo al río. Dicen que el cuerpo iba sobre el agua alejándose de Córdoba y que brillaba como rodeado de estrellas.

Al joven lo cautivaron y los ataron con cadenas a una de las columnas de la Mezquita, expuesto a los desprecios de la gente. Se consolaba rasgando con la una una cruz en el mármol. Cuando las árabes se dieron cuenta de que la cruz que había grabado no se podía borras, ahorcaron al cautivo en unos de los arcos y tiraron su cuerpo al Guadalquivir, por el que navego muy rápido para alcanzar a su prometida y llegar con ella a las puertas del Paraíso. 

En el siglo XVIII se colocó una barandilla de hierro alrededor de la columna. Como  a la altura de la cintura, tiene una reja que resguarda la cruz, y sobre ella hay un grabado que representa a un cautivo de rodillas y con los pies encadenados, y junto a él estos versos: 

"El cautivo con gran fe
en aqueste duro mármol,
con la uña señaló
a Cristo crucificado,
siendo esta iglesia mezquita 
donde lo martirizaron.

Córdoba encrucijada de culturas.
    

 

jueves, 13 de marzo de 2014


Paseo por Fuente la Lancha

    Nacida en tierras de paso hacia otras villas de más rancio abolengo, Fuente la Lancha tiene todas las virtudes y todos los defectos de los pueblos fronterizos. Así el transcurso de los años y las gentes -llegadas a través de esa arteria vital que es carretera 420, que surca la comarca de Los Pedroches- ha convertido este lugar en un crisol donde es entremezcla fértilmente la historia con la leyenda.

   Aquel poso aristocrático dejado por los condes de Belalcázar, artífices de su origen, convive hoy con la sabiduría popular de los hombres y mujeres que dejaron aquí su huella a lo largo de los siglos. Lo malo es que casi todos lo hicieron con prisas y cierto aire de provisionalidad, camino de otros apeaderos de más renombre, y esas presencias fugaces, ese trasiego continuo convirtieron en alada el alma del lanchego. “Aquí, salvo los viejos, ya no para casi nadie" -lamenta un octogenario con melancolía-. La juventud, ya se sabe, es culo de mal siento, y se busca los garbanzos por otras partes”.
Panorámica
   Pero Fuente la Lancha no morirá nunca. Porque La Lancha, como popularmente se la conoce en la comarca, tiene madera de héroe colectivo y tenaz. Esta especie de hermana menor de Los Pedroches, que posee la superficie más reducida de la zona-no llega a los ocho kilómetros cuadrados- y que, con medio millar de habitantes censados en la actualidad, coparte con El Guijo la condición de ser el municipio menos poblado de la provincia, aguarda como agua de mayo que llegue a ella antes o después la fiebre del turismo rural, una panacea con la que, desde las altas instancias autonómicas se pretende curar el mal endémico de la despoblación.

-¿Y ustedes qué ofrecen?, pregunto en el Ayuntamiento.
-¿Pues no lo está viendo? Unas buenas casas, hechas a la antigua, sin chapuzas, a precios casi de regalo. Un aire puro y un cielo infinito. Y unas buenas gentes, hospitalarias y legales. ¿Le parecen pocos atractivos para comprarse aquí una casita, que tenemos muchísimas vacías, y venir por temporadas?

   No, no parece mala idea. De hecho, ya habían inventado la formula hace un puñado de siglos, cuando, allá por finales de la Edad Media, según cuentan las crónicas, los descendientes del conde de Belalcázar y de Alfonso de Sotomayor eligieron como lugar de retiro este enclave serrano, situado como estaba en un punto estratégico, entre Villanueva del Duque e Hinojosa. A este término perteneció hasta 1820, en que constituyó su propio Ayuntamiento. Claro que los señores de alta cuna no veraneaban de cualquier manera, y éstos -a cuya memoria se dedica hoy la plaza principal y casi única del pueblo- lo primero que se hicieron construir fue una ermita y un cortijo.
Fuente
   Ambos edificios siguen siendo con mucho los principales atractivos monumentales de un pueblo que, si bien no posee grandes tesoros artísticos que enseñar al visitante, puede decirse sin exagerar que rezuma encanto y atractivo por todos sus poros.

   Dejamos atrás una fuente de granito, tal vez nuevo símbolo y emblema de una urbe tan rica en pozos y fuentes que probablemente deba a ellas la mitad de su nombre. En concreto, según cuentan los antiguos del lugar, a una vieja fuente, hoy desaparecida y en cuyo honor ha sido levantada ésta de nuevo cuño, como un romántico gesto de nostalgia hacia la que, a juicio de algunos, pudo ser elemento aglutinador de los pobladores de este lugar en sus orígenes. Pero hay otras fuentes conocidas en el pueblo. perteneciente en la actualidad al partido judicial de Peñarroya-Pueblonuevo. Las más populares son, sin duda, la Fuente Du y la Fuente del Tejar, utilizadas durante muchos años para suministro de agua potable, pues para lavar, nos cuentan, las mujeres tenían como feudo el popular Pozo de la Miseri, foco de limpieza y de cotilleos menestrales. Y es que el agua ha estado siempre ligada, de una u otra forma, al pasado de este pueblo de secano. Tanto, que los amigos de las toponimias atribuyen lo de La Lancha a la existencia de una Lancha o barca antiguamente servía para cruzar el arroyo llamado Lanchar, sin duda no por casualidad.

   Pero todo eso sucedía en otros tiempos, cuando la emigración hacia tierras más prósperas aún no había sangrado al pueblo, cuya escasa población, que subsiste como antaño de la ganadería y los cereales, no estaba esquilmada por la tiranía del progreso.


   ¿Dónde estaban los jóvenes?
   Se iban de temporeros a la recogida de aceituna, y los otros ya se habían ido a trabajar a Torremolinos.
Las callejuelas del pueblo nada tienen que ver con el aspecto impersonal de la travesía, salpicada por bares. Pero sucede que éstos apenas si se repiten en el interior de una población que, paradójicamente, confiesan los más sinceros, suele mitigar su soledad de puertas adentro con alcohol. Y es que en este laberinto de calles blanquísimas que configura el casco urbano de Fuente la Lancha parece como si el tiempo se hubiese detenido en esa parra marchita, única superviviente, cuentan, de las muchas que endulzaban los paladares de sus dueños.

   Reducida a un tronco seco ahora, se ofrece acartonada a la vista del viajero en la fachada de una casa derruida de la calle Nueva. Muy cerca de ella, en el número 20 de la misma calle que de nueva no tiene más que el nombre, como explican los vecinos se rinde todavía culto a uno de los ritos más apegados a la tradición del lugar, sobre todo en las féminas. Se trata de una hornacina situada en el dintel de la Casa del Farol, una vivienda de una sola planta donde la cal arranca a la piedra del umbral su protagonismo. Es una casa de pequeñísimos ventanucos, como tantas otras, que permanece en el más absoluto estado de ruina desde que muriera su dueño, Inocente Cambrón.

   Sin embargo, esta casa conserva una peculiaridad, y es que la hornacina en cuestión alberga la estampa de un San Antonio casi imperceptible por el paso del tiempo y la falta de cuidado, que a decir de los viejos fue el artífice de más de una boda milagrosa en el lugar. Una garrucha bastaba para hacer subir un farolillo de aceite en honor del santo casamentero...y boda asegurada. Pero ahora ni los tiempos ni la oferta están para confiar en milagros, y los mozos casaderos prefieren buscar novia por sus propios medios, casi siempre fuera del pueblo.

   No será para tanto, que Fuente la Lancha siempre fue sitio propicio para el amor. Eso al menos cuenta la leyenda de Juan Palomo, tan asociada o más que el mismísimo conde de Belalcázar a la historia del pueblo y, concretamente, a la de su plaza principal, una auténtica sorpresa para el visitante por austera hermosura de su entorno medieval, sin más concesión a los tiempos modernos que el edificio del Ayuntamiento. 

   IglesiaEn esta plaza se levanta una casa, otro cortijo de descanso del duque de Béjar, que todos los lugareños conocen por la Casa Partida -debido a que en la actualidad la comparten cuatro propietarios- y que, si hemos de creer la tradición, encubrió las pasiones de una pareja singular: la formada por el famoso bandolero y La Rubia del Valle, con la que acabó casándose tras amenaza al cura a punta de trabuco. La casa Grande, como también se la llamó en tiempos, está construida, al igual que la iglesia -con la que comparte los honores de la plaza-, con piedras de la zona, destacando su pórtico de columnas de granito, casi oculto por las gitanillas que cuelgan de un enorme balcón, desmesurado en comparación con las reducidas dimensiones de la fachada. Este fue mandado abrir a costa de robar al inmueble su primitiva arquitectura.

    ¿Y qué decir de la iglesia, salvo que es el punto de referencia obligado para referirse al alma de este pueblo?
   Tan modesta y discreta como él, guarda entre sus muros de granito y cal, tras su austera portada -sobrevolada, como todo lo fértil, por una cigüeña-, los más espirituales anhelos de esta gente sencilla y alegre. Dolida, bien es cierto, por una discriminación secular de la que se siente víctima y ese pique continuo, sano sin duda, que se trae con los pueblos vecinos. Estos, a decir de los más críticos, “nos acabarán anulando si no nos andamos listos”.

   Pero Fuente la Lancha, pueblo generoso y hospitalario, todo lo olvida ante el visitante, al que no pregunta su nombre ni su origen. Y, presto, te invita a saborear el producto de sus matanzas y a regarlo con ese vinillo de pitarra áspero y dulzón, reliquia de solaza con sus jotillas de las aceitunas en la romería de la Virgen de Guía -cuya devoción comparte con otros tres pueblos- que junto al candelorio de la noche de los quintos, el 24 de diciembre, o en la festividad de la patrona, el 25 de noviembre. Cualquier ocasión es buena para compartir la fiesta y olvidar la soledad.

LEYENDAS Y CURIOSIDADES EN EL REINO DE CÓRDOBA

CÓRDOBA EN EL ALMA



JUAN PALOMO (YO ME LO GUISO Y YO ME LO COMO)

No todos los pueblos pueden presumir de poseer una hermosa leyenda o historia misteriosa que se palpa en el ambiente de sus calles y entre sus casas. No todos los pueblos tienen el don inmenso y singular de llevar grabado en su memoria popular la imagen de un romántico y altruista bandolero: Juan Palomo , que según cuenta la voz del pueblo tuvo su cuartel general dentro de Fuente la Lancha y -siempre según la leyenda – desde allí dirigía sus hazañas y escaramuzas con la justicia.

Corría en siglo XIX y la entrada de Napoleón en España, levantó a muchos patriotas que iniciaron una soberbia resistencia al descomunal y bárbaro ejército de Francia. En Andalucía, a diferencia de otras regiones de nuestro país, surgió la mítica figura del bandolero héroe romántico y legendario, cautivador, que casi siempre tenía un origen familiar humilde y pobre, y gozaba de un carácter altruista y valeroso. Esta castiza figura del bandolero, a caballo entre la historia y la leyenda popular, ha inspirado bellísimas páginas literarias y multitud de películas que sería imposible enumerar en breve líneas.

Juan Palomo, según narración popular, fue gran amigo de José María el Tempranillo. Tenía como casa de operaciones y, a la vez, como estancia la “Casa Grande”; hermosísima casona ubicada en el corazón de Fuente la Lancha, a pocos metros de la parroquia de Santa Catalina. Esta casa, aunque en la actualidad se encuentra dividida y transformada, en otro tiempo gozó de una excepcional solera arquitectónica. Espesos muros y hondas estancias, arcos robustos, y una muy espaciosa cámara -llena de habitaciones- hacían de la Casa Grande un edificio hercúleo y atractivo.

Son múltiples las leyendas que se ciernan en torno a la vieja y hermosa casona ya, desgraciadamente desaparecida, según los lugareños La Casa Grande posee hondas galerías, donde estaban las cuadras, que sirvieron a Juan Palomo para depositar las joyas y dineros robados a los franceses; por otra parte, las habitaciones que había en la cámara servían como cárceles a los ilustres personajes por los que Juan Palomo pedía sustanciosas recompensas. Otras muchas leyendas e historias, en torno a Juan Palomo y la Casa Grande, circulan de boca en boca por el lugar; una de ellas asegura que el pozo de la Casa Grande posee una inmensa galería que comunica con el río Guadamatilla – situado a escasos kilómetros del pueblo-, y, a través de ella, escapaba Juan Palomo cuando era sorprendido en su refugio.

En los pueblos cercanos a Fuente la Lancha, la leyenda de Juan Palomo aún sigue suscitando gran interés entre las gentes que, normalmente, entienden la figura del apuesto y altruista bandolero como si estuviera a medio camino entre la realidad y la leyenda. Y quizá ese difícil equilibrio entre lo realista y lo legendario es lo que concede a la figura de Juan Palomo la inevitable y, a todas luces, categoría de mito. Por eso, cuando cualquier viajero se adentra en las silenciosas callejuelas, amorosamente soleadas, de Fuente la Lancha, respira un inefable perfume de leyenda y misterio, de hondísima mansedumbre, que le hace reflexionar sobre la jugosa historia que han de saber aquellas centenarias paredes, llenas de musgo y luz, que vigilan como inmóviles sombras legendarias, desde cualquier rincón, desde cualquier humilde fachada.

Y algo después, una vez, el viajero, ciertamente impresionado por la atmósfera que respira, va y pregunta por la historia del pueblo y alguien le cuenta la leyenda de Juan Palomo: el se da cuenta de que algo mágico flota en aquel ambiente, algo bello e inexplicable, infinitamente atractivo para él: el legendario aroma de un pueblo interesante y peculiar, Fuente la Lancha, que por tener no se privó de poseer un su historia particular, la imagen cálida y romántica, literaria, misteriosa, del bandolero Juan Palomo.



miércoles, 5 de marzo de 2014

HISTORIA DE CRIMEA

PORQUE LOS RUSOS QUIEREN LA PENÍNSULA DE CRIMEA

Antiguamente, Crimea, cuyo nombre deriva de Kymería o Cimeria (país de los cimerios), era conocida por los griegos como Tauriki, luego latinizado Chersonesus Tiricia, nombre derivado de tauri, una tribu que descendía de los cimerios.

Entre los siglos VII a.C. y V. a.C., también fue denominada Bóstoro Cimerio. Los griegos milesios colonizaron el territorio y fundaron muchas ciudades y pueblos. Estos se unieron en el año 438 a.C. para formar el reino del Bóstoro. En el 114 a.C., el reino aceptó la jefatura de Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, como protección contra las tribus escitas. Durante casi tres siglos, después de la derrota de Mitrídates por los romanos, Crimea estuvo bajo la soberanía nominal de Roma. La región fue conquistada por los godos en el año 250 d. C. quienes establecieron durante la Edad Media el reino de Gotnia con capital en la ciudad luego llamada por los tártaros Eski Kermen (a poca distancia de Sebastopol); la goda fue la primera de las invasiones sucesivas de hunos, alanos, ávaros, jázaros, pechenegas, varengos, romanos de oriente kipcháks y genoveses, que se fueron produciendo durante casi un milenio. Durante la Edad Media se destacó un estado que era continuidad del de Gotnia aunque fuertemente influido por los bizantinos: el cristiano Principado de Teodoro. Mas adelante gran parte de sus territorios quedarían ocupados por el tártaro y musulmán Jenato de Crimea.

En 1475, la península fue invadida por los turcos, que con la ayuda de los príncipes tártaros que luego fueron llamados “tartaros crimeanos” , los cuales controlaban parte de la zona, turcos y tártaros retuvieron su posesión hasta 1777, época en que desaparecieron los últimos gotnios o godos de Crimea. Como resultado de la victoria rusa sobre los turcos ese año. Crimea entró a formar parte del imperio ruso en 1783. La península fue el escenario entre 1854 y 1856 de la Guerra de Crimea entre rusos por una parte y una entente británica-francesa, turco-otomana y piamontesa por la otra. Crimea tuvo un papel importante en la Guerra civil que se produjo entre 1917 y 1920, después de la Revolución rusa, al ser un bastión de los “blancos” o anticomunistas apoyados primero por los alemanes y luego por los británicos, franceses, estadounidenses y turcos.

Tras la victoria de los comunistas en 1921, Crimea se convirtió en república autónoma para los tártaros de Crimea dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1941, Crimea fue invadida por el Ejército alemán, que ocupo completamente la república tras la caída de Sebastopol, en julio de 1942, y la retuvo hasta la primavera de 1944. La categoría de república autónoma de Crimea dentro de Rusia fue rebajada a la de oblast (división administrativa, equivalente a una provincia). En 1945, supuestamente a causa de la generalizada colaboración con el enemigo nazi durante la ocupación por parte de los tártaros de Crimea, fueron oficialmente abolidos como nación por el dirigente soviético Stalin y deportados en masa a Asia central. Se convirtió en una región de la URSS de Ucrania en 1954.

Poco después de la disolución de la URSS en 1991, la posesión de Crimea se convirtió en un foco de tensión entre Rusia y Ucrania. En 1992 el Soviet Supremo ruso aprobó una resolución que anulaba la transferencia de 1954 de Crimea a Ucrania, y en el mismo año el Soviet Supremo de Crimea transformó la región en una república. A pesar de estas presiones políticas, el gobierno ucraniano insistió en retener la región dentro de la estructura administrativa de Ucrania.

En enero de 1994 se celebraron las primeras elecciones para la presidencia en la historia de Crimea. Cinco de los seis candidatos apoyaron públicamente su reunificación con Rusia, incluido el vencedor, Yuri Meshkov, un antiguo fiscal y guarda fronterizo soviético.

Meshkov nombró a un ruso, Yevgueni Saburov, primer ministro y a uno de los dueños del viñedo mas importante de la zona Pétreos K. Voronin.

Poco después de asumir el cargo, Meshkov comenzó a imponer su control sobre las instituciones ucranianas en la península. Destituyo a varios ministros y ordenó la suspensión del director local de la televisión ucraniana y una vez que empezaron las arbitrariedades en contra de muchas personas, este segundo candidato Voronin renuncia a su cargo y decide dejar el mandato que se le había otorgado. Luego de esto Meshkov decretó que los residentes de Crimea no estuvieran sujetos al servicio militar ucraniano, y mandó que los relojes se adelantaran dos horas para corresponderse con la hora de Moscú. En marzo de ese mismo año se convocó un referéndum sobre la situación jurídico-política de Crimea, al mismo tiempo que tenían lugar las elecciones al Parlamento ucraniano. Los funcionarios ucranianos declararon que Meshkov se había excedido en su autoridad y propusieron prohibir el referéndum convocado. Como resultado, en su lugar se celebró una encuesta: mas del 70% de los encuestados estaban a favor de una mayor independencia de Ucrania y del derecho a la doble nacionalidad ruso-ucraniana.

En mayo de 1994 el Parlamento de Crinea votó para restaurar su Constitución, que había sido aprobada en mayo de 1992 y posteriormente anulada por las autoridades de Kiev. Las demandas para que la Constitución se invalidara de nuevo fueron ignoradas por las autoritaria Administración de Crimera (aunque en esos momentos aún querida por ser considerada la única valedora de la identidad peninsular y sus peculiaridades; así, en torno a ella se aglutinaba sin fisuras la opinión pública mayoritaria peninsular, quizás por una mal entendida identificación Gobierno, estado en un desconocido juego político en democracia real en un peligroso juego de resistencia Meshkov-popularidad).

En esto se produjo en marzo de 1995, mediante dictamen del Tribunal Supremo de Ucrania, la anulación de la Constitución de la región aboliéndose la presidencia de Crimea. En abril, el presidente ucraniano Leonid Kuchma asumió el control directo del gobierno de la república autónoma. Los esfuerzos de los secesionista sufrieron un duro revés en los comicios locales celebrados en junio y julio de ese año. A partir de ese momento Kuchma inició el proceso, mediante la firma de varios decretos, por el que Crimea pasaba a estar bajo control directo del presidente ucraniano. La nueva constitución de Ucrania, aprobada en junio de 1996, permitía al legislativo crimeo mantener un alto grado de autonomía: no obstante, se le prohibía elaborar cualquier tipo de legislación que entrara en conflicto con el articulado de la ley suprema ucraniana.

Entre tanto, unos 250.000 tártaros que habían sido deportados bajo el régimen de Stalin habían ido retornando a Crimea desde 1991. La carencia de viviendas adecuadas para los repatriados y las denegación de la ciudadanía ucraniana fueron los problemas a los que tuvieron que enfrentarse a su vuelta.





Copiado de Wikipedia